Rosas amarillas

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Un joven estudiante de 21 años se encontraba afuera de una pequeña florería. Su mirada de color azul estaba fija en aquel local de color rojo con amarillo. Le llamaba la atención lo lleno de colores y vida que estaba el lugar.

Le gustaba ver aquel local entre tanto edificio. Después de últimamente pasar siempre frente a ella; secretamente extrañaría esa florería, pero eso es algo que jamás admitiría debido a su orgullo.

-¿Y qué te parece hijo?- Su madre le había hablado. Una mujer pelinegra al igual que el, con un color verde en su mirada tan potente que era capaz de hipnotizar a cualquier hombre, delgada, alta, guapa e inteligente esa era la descripción perfecta de su madre.

- Parece aceptable...- 

- Me alegra que te agrade. Este será el nuevo negocio de la familia, será tu negocio Slytherin -

-¿Porqué debo tener mi negocio justo aquí?, Con solo ver esta calle puedo ver qué solo gente de bajos recursos tienen sus negocios en este lugar - Escupió de manera despreciable.

- Con algo se empieza hijo, y por la misma razón de que es un lugar donde este tipo de gente habita, es que es un buen lugar, las personas son tontas y querrán comprar objetos de alto presupuesto a pesar de su condición, todo por creerse de "alta sociedad" - Su madre hablo fríamente

- Ya veo... Igual no me puedo quejar, tiene un muy buen espacio y los demás comerciantes ya nos han dado sus puestos con más facilidad de la que creí.-

- Entremos, esta florería será el último lugar que tenemos que comprar para finalmente comenzar a construir.-

Ambos pelinegros vestidos de manera elegante se dirigieron a la entrada de aquella florería.

Un joven pelirrojo se encontraba ordenando unas flores que se habían caído al momento de que un cliente salió. Justo cuando estaba volviendo a su puesto escucho la pequeña campana de la entrada: Un nuevo cliente había llegado.

- Buenas tardes, ¿En qué le puedo ayudar? - Hablo el muchacho de ojos verdes con una sonrisa en su rostro.

- Buenas tardes. Usted debe ser el señor Gryffindor por lo que supongo...- Declaro la alta mujer. 

Mientras tanto el joven pelinegro se había entretenido viendo las flores que se encontraban en la entrada. Jamás las había tenido tan cerca. 

- No se equivoca, ese soy yo - Asintió con una sonrisa. - Amigo - Le llamo a Slytherin quien de inmediato volteo a ver al chico.

-¿Si?-

-¿Le gustan las flores? Puedo enseñarle más si quiere -

- Gra...-

La ojiverde tosió en señal de demostrar que ella seguía ahí

-¡Ay! Lo siento, que descortés de mi parte, jaja - Rio un poco el Gryffindor. - Esperen un segundo - Dijo mientras se iba por un pequeño pasillo para después de un minuto regresar con un muchacho castaño de ojos miel el. Había llegado con una gran sonrisa

- El es mi hermanito - Dijo Gryffindor mientras le revolvía el cabello al chico y este sonreía.

Slytherin no entendía porque, pero en aquel chico había algo que impedía que despegará sus ojos de el.

- El te mostrará las flores que gustes -

El castaño se había acercado a Slytherin con una gran sonrisa dándose cuenta de que no le despegaba la mirada.

- Sígueme si quieres que te muestre este mundo - Dijo mientras le hacía un ademán con su mano.

El otro joven miro a ver a su madre quien ya se encontraba hablando con el dueño de la tienda, así que simplemente decidió acompañar al chico quien era más bajo que el, quien seguía mirándolo indicando que su persona era lo único que esperaba.

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