Episodio 12: Un día en tu compañía

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"Eres el soplo que enardece mi llama"

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Las centellas del sol entusiasta se inmiscuaron libertinas por la ventana cristalina de aquella habitación que se encontraba abierta, permitiéndo al aroma salino del mar adentrarse lleno de mancedumbre haciendo que las blancas persianas se meneasen melifluas ante su tenue caricia. Sus párpados habiéndose meneado apenas perceptible ante las molestas centellas de sol, mientras su cuerpo descansaba con ambición sobre aquella cama en su agradable letargo que momentáneamente se estaba mirando interrumpido. Suspirando pesado aún entre las secuelas de su sueño permitió a sus fanales oscuros abrirse con suma lentitud acostumbrándose apenas a la reciente luz que inundaba por completo la habitación.

Con las cálidas centellas de sol acariciando la descubierta piel de su cuerpo.

El deber llamando habiéndole obligado a pasar una de sus grandes manos por su adormilado rostro como si con ello intentase disipar el cansancio que aún continuaba un tanto presente, con los recuerdos de hace dos noches rememorándose en sus mente de manera tan vivaz que aún lograba sentir en sus belfos la textura de aquellos finos que besó melifluos, recordando perenne el dulce sabor.

La tibieza que les caracterizaba.

Su mente pareciéndo no tener imágen  alguna más que solo al dueño de tan bonitos orbes aceitunas cuan bosquejo sempiterno, mejillas blanquecinas besadas tenues con el mismo carmín de sus labios mientras los cabellos lisos en el tono oscuro cuan carbón le caían ansiosos sobre su frente llegando incluso a cubrir con ligereza las largas pestañas. Su nombre repitiéndose tan constante en su mente  estimulando a que su lobo se hallase ansioso por mirarle de nueva cuenta, a que su corazón golpease lleno ímpetu contra su pecho como consecuencia de los sentimientos que le embargaban tan impredecibles que de cierta manera le abrumaban. Y es que sus sentimientos por el chico de tes blanquecina aún continuaban intentando ser decifrados por si mismo, la mezcla de sentimientos como también pensares eran demasiado espesos para poder digerirlos e incluso aceptarlos de manera tan efímera.

Es nuestro Omega.

Eran las palabras musitadas con posesión de su lobo mientras él por todos los medios posibles e incluso imposibles buscaba la manera de ignorarle. Siempre había tenido una buena comunicación con su parte instintiva sin embargo, por alguna finalidad casi insodable las cosas parecían estar cambiando a medida de los transcurridos segundos, aún más cuando su lobo parecía rondar de impaciencia cada que tenía al pequeño blanquecino lejos de su persona, sin poder percibirle con  idolatría. En cambio su parte racional estaba con ansias enormes de tomar control sobre aquellas cartas que sin ser conciente había contribuido a colocar sobre la mesa, era algo confuso pero que de cierta manera le llenaba de una satisfacción inmesurable.

Suspirando pesado optó por incorporarse un poco quedando sentado sobre la cómoda cama, con sus pies tocando la superficie del suelo mientras sus oídos captaban con atención las olas tranquilas del mar que besaban los cálidos granos de arena. Su cuerpo pareciendo haber cedido ante la socegancia dejando atrás la frustración que durante aquellos días había guardado en cada partecita de sí, desde lo físico hasta lo más racional de su persona. Teniendo como propósito levantarse para darse un satisfactorio baño con agua fría solo peinó sus negros cabellos hacia atrás sintiendo entonces como aquellos suaves dedos delinearon la tinta negra de su espalda, ascendiendo por lo largo de ésta hasta que la palma de su mano se posó sobre uno de sus hombros.

 «𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐓 𝐕𝐎𝐈𝐂𝐄» ••𝐓𝐚𝐞𝐠𝐢•• 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 ✿•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora