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-          ¡Qué haces todavía en bragas! -gritó mi madre, colándose como de costumbre en casa

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- ¡Qué haces todavía en bragas! -gritó mi madre, colándose como de costumbre en casa. - ¡No ves que te están esperando!

- ¿Quién? -me levanté del sofá, dejando el libro que me estaba leyendo en el suelo.

- ¡Marcos!

- ¿Quién es Marcos?

- ¡Vístete de una vez! -como una ninja me lanzó su chancla. -¡¡Muévase!! -pegó dos sonaras palmadas.

Como no quería pelearme con mi madre, me alejé del salón para entrar al dormitorio. Pensé que no me seguiría hasta allí, pero antes de que me diese cuenta, estaba sentada en la cama para supervisar qué modelito me iba a poner. Evidentemente, ninguno de los que escogí le convenció ya que todos le parecían poco femeninos, así que, como si fuese una niña me terminó escogiendo el vestido más descarado de todos. Era un vestido sencillo de verano, suelto, pero entallado en mis puntos fuertes. Sin duda, era uno de mis preferidos, por eso, lo guardaba para eventos especiales. Claro que, no existían esos eventos en la aldea porque todos los días eran idénticos.

- ¡No! -clamé cuando me preparó mis sandalias de tacón. -Las calles están sin asfaltar, ¿quieres que me rompa un tobillo?

- Esos muslos se disimulan con tacones no con deportivas. Además, una mujer siempre es más atractiva con un poco de tacón.

- Que mentalidad de fósil tienes... -resoplé asqueada. – Yo voy más cómoda con mis Converse.

- ¡Así no te vas a casar nunca!

- Pero mamá... -respiré para no mandarla a por limones. - No quiero salir con nadie.

- ¡El arroz lo tienes lleno de gusanos de lo pasado que está!

- ¡Soy joven para casarme y tener niños!

- ¡A tu edad ya deberías tener un marido!

- Esto... ¿quiere un café?

Como si fuera mi ángel de la guarda, apareció V con dos cafés en la mano. Como era bien temprano, V seguía llevando sus largos cabellos despeinados, su pantalón de cuadros del pijama y una camiseta azul de manga corta. En su cara se podía ver que anoche estuvo hasta tarde trabajando por lo que, seguramente, le habían despertado los gritos de mi histérica madre.

Guardaré tu saborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora