Advertencia: La historia contiene escenas eróticas para adultos.
Después de que V me abandonase por Rika, y que esta por despecho me expulsara de la RFA, no me veía capaz de continuar con mi vida normal. Seguía enamorada de V, pero gracias a la ayud...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- Limpia bien por debajo de los pupitres. -me gritó el encargado desde la mesa del profesor. -Se nota que es viernes porque te veo muy perezosa, ¿eh?
Sin duda, el encargado del turno de tarde era el peor de todos. Era un dictador que se pensaba que esclavizando a los empleados heredaría la empresa cuando, evidentemente, él era uno más para la compañía Fairy of Cleaning.
Por desgracia, toda la semana me había tocado en su turno, así que estaba hasta las narices de él. Me tenía tan harta que, al finalizar mi jornada laboral seguía escuchando su voz ridículamente aguda. Juro que, el día que encuentre un trabajo mejor ese hombre terminaría con una fregona bien sucia en la boca.
- La semana que viene te tocará de nuevo en mi turno.
- ¡¿QUÉ?! -se me cayó hasta el espray desinfectante del impacto que me provocó su amenaza. – Perdona, pero el turno de tarde lo hará Soonja.
- Se lo he cambiado. -me mostró la tabla con el horario. -No somos muy compatibles.
Soonja le caía mal porque era la única de la plantilla que, con un buen par de ovarios, conseguía bajarle los humitos. Ella era una mujerona con un temperamento envidiable y, gracias a eso, el encargado no la molestaba tanto como a mí. Odiaba ser tan débil, pero necesitaba tanto ese trabajo que me daba miedo rebelarme por si me despedía. Además, prefería evitar los conflictos con personas de ese calibre.
En múltiples ocasiones Soonja me animó a mostrar un poco de carácter, pero siempre terminaba defendiéndome como si fuese mi abogada. Claro que, ella protestaba con más tranquilidad porque tenía un contrato a tiempo parcial. Quería trabajar los tres meses de verano para pagarse algunos caprichos relacionados con su querido Levi Ackerman ya que sus padres no querían darle más dinero. Según me dijo, estaban cansados de ver la cara de ese buenorro en la habitación de su hija. Sinceramente, si fuesen personas con buen gusto dejarían a Soonja que empapelase toda la casa con posters de mi amado Levi.
- ¿Te ayudo? -me preguntó cuando me vio cargar con el cubo de agua sucia.
Me dieron ganas de contestarle: "es que, lo tendrías que cargar tú", pero me mordí la lengua para agradecerle su compasión. Aunque, el muy sinvergüenza tomó el palo de la fregona en lugar del pesado cubo. Ese hombre lo tenía todo: vagancia, impertinencia y un complejo de superioridad alarmante. Nadia, absolutamente, nadie comprendía cómo había conseguido ser el encargado si era el más perezoso de todos.