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El sonido de las zancadas de alguien que subía por la escalera metálica resonó por todo mi rellano

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El sonido de las zancadas de alguien que subía por la escalera metálica resonó por todo mi rellano. Ambos supusimos que la persona que subía era Zen, por ello Saeran optó por apartarse de mí, alejándose hasta las escaleras. Sin decirme nada empezó a bajar, haciendo un ruido muy desagradable con cada pisada.

Los rellanos de cada planta y las escaleras carecían de iluminación propia, porque como eran espacios abiertos el propietario usaba la absurda excusa de "con las farolas de la calle os podéis ver de sobra". Pero, por culpa de la tacañería del dueño se habían producido muchas caídas y numerosos sustos. De ahí que, cuando salía de casa tan de noche me ponía la linterna del teléfono porque, con lo torpe que era, podría tropezar bajando por esa antigualla.

Ojalá hubiera encendido la linterna antes ya que, con suerte, podría haber descifrado el rostro de Saeran. Pero, como se había bajado sin luz no pude apreciarle ninguna expresión facial, solo pude escuchar su quejido. Por ahora, la cosa pintaba muy mal, solo espero que la quedada de esa noche no se viese afectada por la actitud tan extraña que Saeran estaba adquiriendo porque, si ese era el caso, nos esperaba una reunión de lo más movidita.

- Buenas noches. -me saludó un vecino, seguramente, era el responsable de los sonidos que provocaron el distanciamiento de Saeran. – ¡Perdona! –gritó, cuando estaba a punto de bajar los últimos escalones. - ¿Sabes dónde está el cubo del reciclaje? -me preguntó, levantando una bolsa llena de papeles.

- El conserje del edificio suele dejar los cubos al lado de la portería. -le señalé.

- ¿Te importaría acompañarme? -descendió hasta el último escalón. -Es que soy nuevo. -comentó, rascándose el bíceps derecho que se le pronunciaba al levantar la pesada bolsa. No tenía pinta de ser nuevo en el edificio porque me sonaba muchísimo su cara, por eso desconfié de sus intenciones.

- ¿Amor por qué tardabas tanto? -Zen apareció detrás de mí, agarrándome la mano que tenía libre puesto que en la otra sujetaba la linterna del móvil. - ¿Necesitabas alguna cosa de mi novia? -le preguntó con tono amenazante.

- Me has dicho por allí ¿verdad? -señaló la portería. -Bien...

Con agilidad logró esquivar nuestros cuerpos y dirigirse hacia la portería. Había quedado fatal y se notó que fue muy consciente de ello porque salió disparado de nuestro lado. No era la primera vez que un desconocido me hablaba en las escaleras o en el rellano ya que, al vivir en un bloque de apartamentos donde todos los que alquilaban los pisos eran universitarios o gente joven, el ambiente era más despreocupado y las hormonas revoloteaban por el aire.

Si tuviese amigas en el edificio podría enterarme de los cotilleos que se cuecen entre vecinos, porque estoy convencida de que a todos les había pasado lo mismo. Además, como cada noche se juntaban para organizar fiestas en las casas o quedadas en el patio exterior, la mayoría de los residentes se conocían profundamente. Lo que daría por conocer el número de declaraciones que Yoosung había recibido...

Guardaré tu saborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora