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Cuando Azusa encontró un discreto rincón, concretamente en la parte derecha del balcón, nos adueñemos de él para poder hablar sin miedo a ser descubiertos

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Cuando Azusa encontró un discreto rincón, concretamente en la parte derecha del balcón, nos adueñemos de él para poder hablar sin miedo a ser descubiertos. Es evidente que, no estábamos totalmente solos porque eran muchos los invitados que salían a fumar o a parlotear a la terraza, pero como ese rincón se encontraba bastante alejado de la cristalera de acceso nadie se aproximaba.

- Conejo rechoncho siéntate o te dolerán los tacones. -golpeó la piedra de la balaustrada para que me colocase a su lado.

Agradecí su invitación porque era muy cierto que los tacones me estaban reventando los pies. Además, mi gratitud era doble porque desde mi nueva posición podía ver mejor a Vander. Estaba sentado en nuestra mesa, atendiendo al pesadísimo y eterno discurso que todos los miembros se habían preparado para la ocasión. Juro que, viendo su cara aburrimiento, me sentí mejor porque, tras soltarme sus impertinencias, se merecía un poco tortura verbal.

- No me llames eso. -aludí al horrible mote que siempre me dedicaba.

- Eres demasiado boba. -suspiró, haciéndose el interesante mientras miraba el interior del salón a través de los empañados cristales.

- ¿Cuándo vas a dejar el insufrible papelito de hombre incomprendido? -le miré con descaro. -Te recuerdo que no estás rodando una película de adolescentes para Netflix.

- ¿Por qué dices eso? -carcajeó de forma muy extraña. Su risotada fue como escuchar un "ja, ja, ja" de un asistente de voz inteligente. Lo cual, me hizo pensar si Azusa se trataba de un ser humano o una inteligencia artificial programada por Rika para destruirme. ¿No seré yo: la nueva Sarah Connor?

- ¿Qué haces en la fiesta? -volví al tema principal ya que, como no, mi mente ya se había imaginado a Azusa transformándose en Terminator.

- Me han invitado, mejor dicho, han invitado al Club 5. -sus ojos seguían más pendientes del salón que de nuestra conversación.

- ¿Quién y por qué? -pregunté con ansias.

- ¿Eres una policía frustrada o qué? -hizo una pausa, esperando escuchar mis carcajadas, pero solo reinó el silencio. -No lo sé. Solo sé que ayer una persona anónima nos metió por debajo de la reja del club un sobre amarillo con la invitación.

- Ya... -me crucé de brazos. -Ahora dime la verdad.

- ¿Qué estás haciendo tú aquí? -me preguntó, eludiendo mi pregunta. - ¿Estás saliendo ya con el perro de Rika? -soltó sin pelos en la lengua.

- A mí me invitó Zen. -contesté muy seca. -Y, para tu información, el prometido de tu crush. -hice hincapié en "prometido". -Sigue saliendo con la salvadora de los memos. Por desgracia, tendrás que buscarte a una nueva loca para que te lleve a otra secta.

- ¿Quieres ser tú? - se levantó de la barandilla para ponerse delante de mí. Le miré con mucho asco e incertidumbre de saber qué iba a hacer. Acto seguido, alargó sus manos para reposarlas en mi cuello como si fuese a ahorcarme. – Dime conejito rechoncho. -de nuevo, desvió su mirada en dirección a los cristales que proyectaban el interior del evento.

Guardaré tu saborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora