Advertencia: La historia contiene escenas eróticas para adultos.
Después de que V me abandonase por Rika, y que esta por despecho me expulsara de la RFA, no me veía capaz de continuar con mi vida normal. Seguía enamorada de V, pero gracias a la ayud...
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Tenía delante de mí al hombre que tantas noches me había robado el sueño y, a pesar de las veces que he soñado con que nuestros caminos se cruzaran cuando, finalmente, mi deseo se cumplía tenía sentimientos encontrados.
- Qué casualidad vernos aquí. - le comenté mientras doblaba el panfleto del club.
- Sí. - me contestó V con una mueca de felicidad. – Aunque, si te soy del todo sincero, no me sorprende coincidir contigo en este lugar porque me hablaste tanto de esta tienda que supuse que algún día te encontraría rebuscando entre los pinceles. – soltó una leve sonrisa.
- Sí. -reí.- Es como mi segunda casa.
- Lo sé. - me comentó.
Antes de que nuestra conversación se iniciase, reposé mi cuerpo en la estantería de libros antiguos para que los clientes pudiesen pasar por el estrecho pasillo sin problemas, pero admito que V podría interpretar mi movimiento como una forma de alejarme de él. Sin embargo, cuando él se acercó a mí despejé esa posibilidad. Estábamos tan cerca que parecía que fuéramos a susurrarnos en el oído en lugar de tener una conversación ordinaria.
Su olor...
Gracias a la cercanía de nuestros cuerpos pude percibir el aroma de su perfume caro. Me encantó descubrir que seguía llevando la misma fragancia porque me hacía más presente todos los momentos que habíamos compartido. Últimamente, solo pensaba que todo lo que había vivido con él era un simple sueño pero, cuando vi sus ojos menta y olí su perfume, recordé cada instante.
Ambos insistimos en alargar el silencio y disfrutar de la visión del otro. Nos observábamos fijamente sin pudor y, como por arte de magia, brotaban sonrisas sinceras en nuestros rostros, que significaban mucho más que un simple gesto de simpatía. Durante ese breve minuto, observé como en varias ocasiones V intentaba acercar su mano a la mía, pero parecía no encontrar la fuerza para hacerlo.
Quería decirle y preguntarle tantas cosas que mis ojos ya estaban hablándole, aunque parecían no tener respuesta porque la mirada de V no tenía vida. Verle con esa falta de brillo en la mirada me destrozaba puesto que conocía la verdadera razón de su pena: avivar una relación tóxica. Sin embargo, no había nada que pudiese hacer por él porque, como bien dijo Zen, V eligió ese camino y, por mucho que me doliese, debía de respetar su decisión y hacerme a un lado.
- ¿Cómo estás? -me preguntó, rompiendo así nuestro silencio.
- Bien... -le miré para comprobar si volvía a arrancar la conversación con otro tema porque no me apetecía nada preguntarle lo mismo. Sabía que si lo hacía recibiría una contestación falsa y superficial. - ¿y tú? -finalmente se lo terminé preguntando, pero desvié mi mirada de sus ojos menta porque no deseaba ver la forma en la que me volvería a mentir.
- Bien. – susurró.
Era V, por lo tanto, era bastante predecible su respuesta ya que, por desgracia, tenía la maldita costumbre de guardar todas sus emociones y problemas en su corazón. Era una persona incapaz de compartir sus pensamientos dolorosos con el resto, pero al menos su aspecto físico podía revelar toda la carga que llevaba.