Advertencia: La historia contiene escenas eróticas para adultos.
Después de que V me abandonase por Rika, y que esta por despecho me expulsara de la RFA, no me veía capaz de continuar con mi vida normal. Seguía enamorada de V, pero gracias a la ayud...
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La entrada del restaurante era tan lujosa que te hacía creer que estabas entrando en un precioso palacio árabe. Era un establecimiento grandísimo ubicado en pleno centro de la parte más lujosa de la ciudad. Claro que, su magnífico tamaño se debía a que en la planta superior había un casino exclusivo para los clientes más adinerados.
- Seguidme. -nos invitó el metre.
La zona de restaurante olía a flores naturales porque encima de cada elegante mesa había un precioso jarrón bañado en oro coronado con unas maravillosas flores blancas. Toda la recargada y ostentosa decoración se encargaba de potenciar el concepto de palacio árabe. Incluso tenían en medio del patio interior una fuente con doce leones de mármol.
El metre nos acompañó hasta una mesa cuadrada vestida con un precioso mantel blanco con bordados de hilo dorado. La mesa, rodeada palmeras de interior y faroles de diseño árabe tradicional, estaba situada en un idílico rinconcito del patio interior. Ese espacio era bastante discreto porque no teníamos mesas a nuestro alrededor, consiguiendo así cierta intimidad.
Enamorada de la maravillosa recreación, me senté en el sillón vintage de terciopelo blanco. Desde mi sitio se podía escuchar el sonido del agua que caía de la fuente y las notas que una pianista interpretaba desde dentro del salón. Sin duda, era un lugar mágico para tener una cita de enamorados. Ojalá hubiese podido cenar con mi Aladdín porque esta noche me sentía como la princesa de Agrabah.
- Y para la atractiva pareja un coctel Mimosa de bienvenida.
Nos dejó los cocteles junto a la carta y se marchó, dejándonos a solas. Como estaba nerviosa lo primero que hice fue darle un buen sorbo a mi Mimosa y disimular con la carta de vinos, interpretando el papel de persona que entiende. Cuando, el único vino que reconocía de la carta era el Lambrusco.
- Me pondré celoso si te siguen mirando con esos ojos.
Casi escupí toda la Mimosa que tenía en mi boca porque de todos los comentarios existentes, el que menos me esperaba era ese. No sé en qué realidad estaba V, pero indudablemente era muy diferente a la mía.
- ¿Vino blanco o tinto? -alcé mis hombros como muestra de indiferencia. -Pediremos un tinto que sea suave ya que no estás acostumbrada a beber.
No me gustaba el vino, pero como a él le encantaba preferí seguirle la corriente. Después, disimularía pidiendo un refresco o agua mineral y así me evitaba las explicaciones o su falsa condescendencia.
- ¿Probamos la degustación de las siete ensaladas marroquíes y el tajín de verduras? -me preguntó tras comunicarle al camarero el vino que deseaba.
- Claro.
Minutos más tarde teníamos la mesa a rebosar de platos enormes, que contenían una porción ridícula de comida. Por lo visto, era el típico restaurante que te dejaba con hambre y te tocaba volver a cenar en casa o pedirte una hamburguesa en cualquier restaurante de comida rápida. Lo mires por donde lo mires cenar ahí era un despilfarro de dinero porque cenar dos veces no es nada asequible.