Advertencia: La historia contiene escenas eróticas para adultos.
Después de que V me abandonase por Rika, y que esta por despecho me expulsara de la RFA, no me veía capaz de continuar con mi vida normal. Seguía enamorada de V, pero gracias a la ayud...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- ¡SUEGRA!
Antes de entrar a la cocina el muy descarado me sacó la lengua. Sin duda, me había vuelto a desafiar en mi propia cara, aunque por desgracia ya estaba acostumbrada a que me hiciese rabiar de ese modo. Claro que, ese movimiento había sido un golpe muy bajo porque minutos antes le había confesado mi deseo de mantener nuestro noviazgo oculto.
Mi intención era esa porque, conociendo a mi madre, sabía que iba a montarse una película de amor en su cabeza. Obviamente se lo pretendía contar todo, pero a su debido tiempo, es decir, cuando la relación estuviese más estable. Puesto que, apenas llevábamos unas horas como novios. Uff... todavía no me lo termino de creer.
- ¡Qué me dices! -gritó mi madre, lanzando las tostadas por los aires. - ¡Enhorabuena!
- Gracias mi querida y adorada suegra. -carcajeó y me miró con descaro. - Que bien suena suegra, ¿verdad?
- Te odio. – gruñí a la vez que tomaba las tostadas del suelo.
- ¡Sabía que esto pasaría! -aplaudió. – ¡Estoy tan feliz por vosotros!
Por supuesto, la efusividad de mi madre se le contagió a Vander. Su lamentable espectáculo era como ver a dos niños eufóricos, después de comerse un kilo de azúcar cada uno. Se suponía que mi plan consistía en evitar las fantasías de mi madre, pero no contaba con que fuese Vander quien iniciase y alimentase la conversación de los planes fantasiosos de futuro.
- Escúchame bien jovencito. -dijo, tomando las manos de Vander. – Mi hija te quiere mucho, de lo contrario no te habría perdonado tu ausencia. Así que, como no la lleves al altar pronto te desheredaré.
- ¡Suegra! - tomándola de su delicada cadera, la alzó por los aires para darle una vuelta.
- ¡Yerno querido!
Estaba a nada de clavarme el cuchillo de la crema untable de cacao y hacerme el harakiri porque ese escena me estaba empalagando demasiado. A ver, me encantaba verlos tan felices e ilusionados con nuestra unión, pero llevaba un día sin dormir y no me había tomado mi café revitalizante. Bastante era que podía mantenerme de pie porque mi cuerpo me pedía a gritos que me fuese a la cama lo antes posible.