Advertencia: La historia contiene escenas eróticas para adultos.
Después de que V me abandonase por Rika, y que esta por despecho me expulsara de la RFA, no me veía capaz de continuar con mi vida normal. Seguía enamorada de V, pero gracias a la ayud...
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No sé cuánto tiempo llevaba delante del cartel de la estación de metro, pero seguramente llevaría como un par de minutos tratando de descifrar el colorido laberinto. Pero, me di cuenta de que por mucho que lo miraba no lograba entender qué línea debía de escoger para llegar al centro.
Habían pasado muchos meses desde que me mudé a la ciudad, no obstante, seguía sin acostumbrarme al transporte público ya que las pocas veces que lo había cogido iba acompañada por Vander. En su día él trató de explicarme todo lo que debía de hacer, pero para ser sincera no le presté atención y ahora estaba pagando bien caro mi indiferencia.
- ¿Vas a robar el cartel? - me preguntó una voz masculina.
Con miedo a que fuera el revisor o el guardia de seguridad me giré bruscamente para negar su acusación. Pero, cuando comprobé que se trataba de Azusa dejé de dar torpes explicaciones y aspavientos raros con las manos.
El hombre que me había sorprendido se trataba de Azusa, un recluta en Mint Eye de nivel alto que se encargaba de toda la parte informática. Al contrario que yo, él sí que sabía que se trataba de un culto religioso porque antes de que me escapase con V, él me confesó toda la verdad acerca de la organización que había fundado la supuesta salvadora.
No es que hubiéramos sido grandes amigos cuando estaba en el culto, pero en el poco tiempo que estuve en Mint Eye solíamos comer juntos en el comedor y, como su despacho estaba al lado del mío, pasábamos los descansos parloteando de arte. No obstante, no éramos para nada amigos ya que nunca profundizamos en la vida personal del otro y, cuando todo lo de Rika explotó no volví a verle.
A pesar de que no llevaba el uniforme de la fundación, le pude reconocer fácilmente porque su imagen seguía siendo bastante extravagante. También su físico era peculiar porque era muy alto y extremadamente delgado, tanto que parecía romperse fácilmente. Su pelo y sus ojos eran de un color verde oscuro precioso y, en su cara tenía varias cicatrices, pero la que más resaltaba era la que le cruzaba su nariz de forma horizontal.
En la asociación llevaba siempre el uniforme de Mint Eye, por ello no me percaté de su verdadera imagen. Ahora, viéndole con la ropa de calle, me doy cuenta de lo que resaltaba entre los demás. Pocas veces te cruzas con un chico de pelo verde y ropas de pandillero Dark. Probablemente, si no conociese a Azusa me daría la sensación de que podría ser un gánster porque tanto sus tatuajes como sus cicatrices le daban un aspecto rudo. Por no mencionar que su actitud y sus andares le daban más realismo al personaje de tipo duro que parecía querer interpretar.
- No. - carcajeé. - Buscaba la línea para ir al centro.
- Es la azul. - me señaló la línea en el mapa con su huesudo dedo.
- Gracias. - le contesté más relajada. - No estoy acostumbrada a coger el metro y me cuesta mucho ubicarme.
- Ya. Llevas como diez minutos mirando el panel. - me informó sin mostrar ninguna expresión.