La banda sonora de música clásica era lo único que resonaba en el coche. Tal vez, en otra circunstancia ese tipo de música podría parecerme interesante, pero en ese momento me estaba adormilando. Y, por los sonoros bostezos de Zen, creo que no era la única a la que le estaban afectando las nanas de Jigglypuff.
- Te abriré la ventanilla. -comenté.
Como Saeran estaba en el asiento de atrás, le usé de excusa para bajar la ventana ya que pensé que la brisa veraniega podría ayudarme a espabilarme un poco. Además, para el estado en el que Saeran se encontraba era la mejor decisión.
- No me has respondido. -mencionó Saeran, apoyado en su ventanilla.
- Creo que es mejor hablar las cosas cuando se te pase la borrachera. -expliqué.
- Pero... -me miró. -No creo que mañana pueda repetirte mis sentimientos. -se tapó su rostro sonrojado con ambas manos. -Me... me gustas mucho. -repitió.
De pronto, la aburrida melodía que expulsaba la radio se detuvo porque V la paró con un sonoro golpe. A causa del brote tan extraño que le dio al conductor, de nuevo, se formó
un silencio de lo más incómodo. Era consciente de que debía romper ese silencio, respondiendo a la confesión de Saeran, pero no me parecía correcto rechazarle delante de otras personas. Él no se merecía tal humillación porque era una persona muy dulce y buena.
- Responde. -insistió, escondiendo el rostro entre sus rodillas.
Aunque no deseaba rechazar sus sentimientos públicamente, sus insistentes comentarios me estaban obligando a hacerlo. Lo peor de todo era que, al no tener experiencia en confesiones amorosas, temía que con mis inexpertas palabras pudiera crearle un trauma de por vida. Mi mente solo podía imaginarse a un Saeran con setenta años, maldiciendo desde su mecedora, que seguía virgen por culpa de mi desastroso rechazo.
- No quiero ser la Regina George de tu vida. -revelé preocupada.
- ¿Quién? -me preguntó Saeran, mostrándome su lindo rostro.
Por la cara de Saeran adiviné que mi discurso había empezado realmente mal. Por ello, me quedé unos minutos pensando cuál sería la mejor forma de decirle a alguien tan dulce como él: "fuchi, fuchi", pero no se me ocurría nada porque la única cosa que había rechazado en mi vida era repetir el postre. Y, francamente, hasta eso me costaba.
- Es indudable que ya sabes su repuesta, así que no le hagas pasar por un momento tan embarazoso. -interrumpió Zen.
- Por favor, necesito tu respuesta o no podré sacarte de mi cabeza. - insistió.
- Lo siento... -me disculpé, lo hice involuntariamente porque era lo típico que decían los protagonistas de los libros o películas después de una declaración, pero para ser sincera no entendía la razón de pedirle perdón.
ESTÁS LEYENDO
Guardaré tu sabor
FanfictionAdvertencia: La historia contiene escenas eróticas para adultos. Después de que V me abandonase por Rika, y que esta por despecho me expulsara de la RFA, no me veía capaz de continuar con mi vida normal. Seguía enamorada de V, pero gracias a la ayud...