El señor Argzeichen les miró a ambos con asco, por encima del hombro, como si se trataran de simples cucarachas que ensuciaban aún más el ya dejado almacén; el anciano actuaba de una forma totalmente distinta a la que recordaba de aquél aparentemente amable anciano que había visto hablando con Caín en el Casino, parecían hasta dos personas diferentes.
La primera impresión que daba era de un mafioso italiano de película. Era un hombre con el cabello completamente blanco, aunque ahora que podía observarlo de cerca – y no a distancia como cuando le vio en el Casino- calculó que tendría aproximadamente cincuenta años, pero la letal y pequeña mirada de color cobrizo no parecía afectada por la edad, daba verdadero miedo; tenía la piel de un color tostado, y si no fuera porque el apellido era totalmente germano pensaría que era nativo de algún país mediterráneo.
El señor Argzeichen parecía no haberle reconocido, o directamente no se había fijado en él las veces que habían coincidido*; pero de un modo u otro había acabado llegando hasta él y ese hombre sabía su nombre – pero no su imagen, al estar preguntando quien de los dos era – a la par que le relación que tenía con Caín.
“La puta del von Löwe.”. Así le había llamado. Era confuso, no entendía nada; pero pudo ver en el rostro adolorido de Charlie que no era el más confundido del almacén. Seguramente su amigo debía estar totalmente desorientado… Y todo era por su culpa, le buscaban a él y Charlie había acabado metido en todo esto solo por acompañarle. Si algo más sucedía no podría perdonárselo.
— Es ese.
Una voz que le rompió el corazón sonó a sus espaldas. No podía ser, era demasiado retorcido para ser real. Se negaba a creer que había identificado esa voz… pero a pesar de su necesidad de negárselo no necesitaba girarse para saber que era Adel el que estaba tras ellos; por la mirada de asco que le dirigió el señor Argzeichen supo que el pelirrojo le había señalado a él como “la puta del von Löwe”. La expresión sorprendida y devastada de su amigo Charlie acabó de hundirle.
En ese justo momento se arrepintió de no habérselo contado todo a Charlie y a Paul, era horrible que su amigo tuviera que enterarse de esa manera; era una persona horrible. Ya sumaba demasiadas traiciones a sus espaldas.
— ¿Seguro, chico? — el señor Argzeichen miró fijamente a las espaldas de Saori, donde debía estar Adel —. Espero que no te confundas, verifícalo. Ya sabes lo importante que es esto para la familia.
— He pasado mucho tiempo con él, estoy seguro.
No quería ver a Adel, no podía creer que una persona a la que había dejado entrar en su vida y había llegado a considerar su amigo estuviera metido en… eso. Y seguramente el pelirrojo, al igual que Caín, se había acercado a él con una intención ulterior; por supuesto, ya nadie podía querer entrar en su vida si no había interés de por medio. Caín por la relación entre sus padres y Adel por satisfacer otra mafia.
Notó como Adel avanzaba hasta colocarse al lado del señor Argzeichen, pero no se atrevió a levantar la mirada y verlo con sus propios ojos.
— Muy bien, hijo, estoy orgulloso de ti.
Cerró los ojos, luchando para que las lágrimas no vieran la luz; había creído en Adel, pensaba que era su amigo, y recordar la de momentos que había compartido con él mientras pintaban juntos en el club de arte… Y ahora resultaba que todo eso también era mentira, otra ilusión que se desmoronaba; desde un principio el pelirrojo solo había querido usarlo para su padre, Adel era el hijo de ese señor, el heredero de un mafioso.
El señor Argzeichen se giró para hablar con sus hombres con gesto autoritario; Saori intentó prestar atención, pero era imposible para él escuchar lo que decían. Sentía como si tuviera la mente completamente bloqueada.
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Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)
RomanceSaori es un estudiante de secundaria común, con una vida tranquila y unos traumas del pasado que prefiere no recordar, o al menos así era hasta que por ayudar al padre de uno de sus amigos conoce a un inteligente y manipulador jefe del crimen organi...