Observó atentamente a Lyanna, que desde que había entrado en su casa, pasado por el baño y agarrado la taza con té caliente que le acababa de tender no le había mirado a los ojos. La chica se sentó en el sofá, a una prudente distancia de su madre; él se encontraba de pie, al lado del sofá, temblando pero tan frígido que sentía que si alguien le daba un pequeño golpe ni tan siquiera se inmutaría.
Desde que Lyanna había formulado aquella… declaración, no habían mediado palabra; su madre –que había escuchado la conversación completa– había invitado a la chica a entrar en su casa y lo había preparado todo silenciosamente para llevar a cabo esta charla. Como si todo fuera un drama novelesco con un guion prescrito.
Estuvieron unos cinco minutos en silencio. Saori miraba fijamente a Lyanna, que daba pequeños sorbos al té.
— Lyanna…
La chica alzó la cabeza ante su susurró, mirándolo con ausencia y los ojos aún más rojos y llorosos que antes. Se sentía mal por su amiga, pero a la vez una incipiente rabia crecía en su interior… prefería saber ya qué diablos estaba pasando antes de elucubrar cómo es que su amiga sabía eso y de dónde lo había sacado.
— Yo… Saori…— su amiga habló tartamudeando, Saori abrió la boca para contestarle que se ahorrara las disculpas, pero ella dejó la taza de té en la mesita que había frente al sofá de un golpe, alzando la cabeza de nuevo y mirándolo con una la intensidad y firmeza que mostraba siempre—. Pero sé que ahora ya no valen las disculpas, debí haber insistido en contártelo tan pronto como lo supe… pero no fue fácil, no sabía cómo hacerlo.
— No es eso lo que quiero ahora, Lyanna — se adelantó, notando cómo las palabras salían con una brusquedad que sabía que su amiga no merecía—. Quiero que me digas cómo es que sabes eso, y sí es cierto.
— Ah… Yo lo sé porque lo… lo escuché.
— ¿Lo escuchaste? — siguió adelantándose mientras alzaba progresivamente la voz, enfadado — ¿De quién? — llegó hasta situarse al lado del sofá, bajo la atenta mirada de su madre y la de una alterada Lyanna — ¿Dónde? — alzó los brazos, en un gesto indignado —. ¡Que escuches algo no lo convierte en verdad!
— ¡Ya lo sé, Saori! ¡Pero por lo que escuché parece ser que es cierto!
— ¡¿Parece ser?! ¡¿Lo parece?! ¡Es de mi padre de quien estamos hablando!
— Saori, cálmate, deja que tu amiga hable.
Saori respiró, dándose cuenta de que había estado acumulando la respiración todo este rato y de que le temblaban las manos; observó a Lyanna, que le miraba con los ojos vidriosos y un terrible sentimiento de culpabilidad.
No debía comportarse así con ella, lo sabía, pero la rabia y el dolor que le oprimía el pecho era tan fuerte que no podía con él, sentía que le desgarraba. Si era cierto que el padre de Caín era el asesino de su padre… No sabía cómo reaccionaría, no sabía qué haría con esa información.
Se giró, cerrando los ojos para intentar mantener la compostura. No se sentía del todo capacitado para mantener una conversa así ahora, estaba más frágil que nunca, pero la necesidad de saber en ese mismo momento la verdad y todo lo que supiera Lyanna eran superiores a su inestabilidad. Dio un par de pasos dubitativos y se decidió por ir hasta el otro lado del comedor a por una silla, colocándola justo al lado del sofá donde estaban Lyanna y su madre; se sentía incapaz de sentarse en ese mismo sofá.
ESTÁS LEYENDO
Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)
Roman d'amourSaori es un estudiante de secundaria común, con una vida tranquila y unos traumas del pasado que prefiere no recordar, o al menos así era hasta que por ayudar al padre de uno de sus amigos conoce a un inteligente y manipulador jefe del crimen organi...