Saori llevaba todo el día con una sensación de angustia y estrés en el cuerpo que le había hecho recorrer su casa de arriba a bajo por lo mínimo diez veces.
Era viernes y hoy también le tocaba al señor Strumper ir a limpiar el casino.
Después de su segundo encuentro con Caín no se sentía con muchas fuerzas de aparecer por ahí, así que en clase les había dicho a sus amigos que no se encontraba demasiado bien y que hoy no iría.
Después de las clases había ido directamente a casa, se había puesto el pijama y había intentado dormir, sin éxito, por supuesto.
Estaba nervioso y no sabía por qué. ¿Habría ido hoy Caín al casino? ¿Se lo habrían encontrado sus amigos?
Se levantó del sofá – donde no llevaba más de veinte minutos – y volvió a iniciar un paseo de reflexión por toda la casa.
Había llegado a la terrible conclusión de que, por un motivo u otro, Caín llamaba su atención. Quizás era por ese alo de poder e importancia que le rodeaba, o porque nunca nadie le había tratado como él había hecho. No sabía el motivo, pero los hechos estaban ahí.
Le atraía.
Paró en seco su andar y colocó una mano en su propio mentón, pensando.
¿De qué modo le atraía? ¿Le gustaban los hombres? No. Eso no. Se habría dado cuenta hace tiempo si le gustaran los hombres, ¿no?
Sólo había tenido una relación amorosa hacía dos años, con una chica del instituto, y había sido un completo desastre principalmente porque a él no le gustaba ella.
De todos modos, por más que Caín captara su atención decir que le gustaba era demasiado.
- No, jamás podría atraerme un engreído como él.
Sintiéndose algo perturbado decidió dejar el tema – que no le traía más que disgustos- y fue a prepararse algo de comer.
Los nervios le habían quitado el apetito durante todo el día y, a pesar de que era media tarde, lo mejor era comer algo antes de desfallecer.
Se preparó un plato de arroz con verduras y se sentó en la mesa, haciendo los únicos ruidos que se podían escuchar en su solitaria casa.
Llevaba una semana sin tener noticias de su madre. No es que la echara de menos, pero ver la casa tan vacía le causaba una sensación de soledad que le hacía tener la ausencia de su padre aún más presente.
Después de la muerte de su padre todo había sido distinto. Su madre también le había abandonado, de una forma distinta, pero huyendo cruelmente de los recuerdos.
Fue a dejar los platos sucios al fregadero. Tras su cansada experiencia en el casino había decidido empezar a contribuir un poco más en la limpieza de la casa, ya que aunque no conociera a las asistentas había empatizado un poco con ellas tras descubrir lo duro que es limpiar.
Pegó un buen salto, asustado, al escuchar de golpe su teléfono móvil sonando desde el sofá.
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Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)
RomanceSaori es un estudiante de secundaria común, con una vida tranquila y unos traumas del pasado que prefiere no recordar, o al menos así era hasta que por ayudar al padre de uno de sus amigos conoce a un inteligente y manipulador jefe del crimen organi...