Saori agarró como pudo la mochila del Insituto y se la llevó a la cabeza mientras aceleraba el paso, intentando no resbalarse por lo mojado que estaba el suelo y tampoco acabar totalmente empapado, aunque la mochila no cubría demasiado e iba notando como la lluvia le mojaba el uniforme.
Era un día de tormenta terrible y justo hacía una media hora había empezado a tronar como si se fuera a acabar el mundo.
La lluvia solía apagarlo y desear más que de costumbre la soledad, así que había dejado plantados a sus amigos y había desaparecido de clase antes de que acabara el día lectivo; quería encerrarse en su cuarto y pensar acerca de lo que había pasado ayer. Lyanna había ido a clases, pero se había mostrado más distante que nunca y había evitado todos los intentos de Saori por iniciar una conversación; estaba rara, y él sabía que le ocultaba cosas – como todo el mundo últimamente -, sumándole a eso la suspicaz sensación que tenía de que su amiga conocía a Hypnos… había hablado de él con demasiada familiaridad. Cosa que tampoco parecía tan extraña teniendo en cuenta que éste era el doctor del Instituto, era de suponer que varios alumnos ya lo conocerían, ¿no?
Pisó accidentalmente un gran charco, haciendo que se empapara aún más los pantalones del uniforme. Hizo un pequeño chasquido con la boca y empezó a dar zancadas; le quedaba aún unos diez minutos hasta llegar a su casa y empezaba a plantearse la idea de detenerse en algún establecimiento y esperar a que minorara la tormenta, pero dudaba que alguien le dejara entrar en su tienda o cafetería tan mojado como estaba y tampoco creía que parara de llover ahora. La tormenta no había hecho más que empezar.
Y no sólo era Lyanna la que actuaba de forma extraña: Adel también se había dedicado a ignorarlo durante las dos horas que había estado en el club de arte, parecía ser que el pelirrojo quería hacer un drama de lo que ayer había sucedido; tampoco se quitaba de la cabeza que Adel le había visto con Caín la semana pasada y podría sospechar algo acerca de… bueno, de eso que tenía con Caín.
Caín… no había recibido absolutamente nada por parte del mafioso estos días. Nada. Ni una llamada de él, ni un sms, ni tan si quiera había visto señales de vida por parte de Fobos – al que Caín solía usar para comunicarse con él -; nada, absolutamente nada. Y lo echaba de menos. ¿Se había cansado ya el mafioso de él?
Su pecho se oprimía sólo de pensarlo. Aunque era algo normal; él era un niño con nada que ofrecer a alguien como Caín, así que tampoco sería de extrañar si después de acostarse con él el mafioso no quería tener nada más que ver con un ‘crío’.
Detuvo sus pasos, resguardándose en un trozo de la calle al que no llegaba el agua por tener encima un piso con balcón.
No quería pensar ya en su vida sin Caín, no tan pronto, al menos. Aunque pensándolo fríamente ya hacía prácticamente tres meses que se había relacionado con aquellos mafiosos… y se le había volando, como si en realidad los conociera de apenas dos semanas.
Con el corazón en un puño siguió andando, intentando dejar de pensar en Caín y centrándose en la canción de la lluvia y los truenos.
Tras unos minutos prácticamente corriendo llegó a su casa, entrando en ella calado hasta los huesos. No quería ni pensar cómo estarían los libros de clase que llevaba en la mochila, primero necesitaba una ducha, cambiarse de ropa y poner a lavar el uniforme… ¡cómo echaba de menos el servicio de limpieza que tenía antaño!
Pero tras su horrible experiencia limpiando en el Casino no quería volver a ver más a nadie encargándose de cualquier tipo de limpieza y había acabado despidiendo al servicio que se ocupaba de mantener limpia su casa. Cosa que a su madre no le había hecho demasiada gracia, pero poco le importaba ahora.
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Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)
RomanceSaori es un estudiante de secundaria común, con una vida tranquila y unos traumas del pasado que prefiere no recordar, o al menos así era hasta que por ayudar al padre de uno de sus amigos conoce a un inteligente y manipulador jefe del crimen organi...