Capítulo 36

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Gimió una vez más, alargando los brazos para agarrarse con más fuerza al cabezal de la cama siguiendo el balanceo que todo su cuerpo generaba a causa de las embestidas de Caín. Le ardía el rostro, perlado de sudor, y le dolía de forma terriblemente placentera todo el cuerpo: ya había experimentado esa sensación antaño, y sabía que cuanto más le doliera más disfrutaría.


Cerró los ojos, extasiado por las sensaciones, mientras el moreno le agarraba el pelo e intensificaba la fuerza y rapidez de sus movimientos entre respiraciones que incrementaban, indicando que poco le faltaba para llegar al climax.

Caín separó una mano de la cadera de Saori, sin dejar de embestir, y con rápidos y ágiles movimientos empezó a masturbarle. Saori cerró los ojos, avergonzado por sentir que alcanzaría el orgasmo antes que Caín – una vez más – e intentó con todas sus fuerzas aguantar y no sentir otro tipo de humillación e inferioridad ante el mafioso.

Un calambrazo de placer recorrió todo su cuerpo acompañado de un grito estridente. Sus brazos fallaron y acabó tumbado en la cama, mientras Caín seguía sujetando sus caderas y embistiendo entre roncos jadeos; de golpe el mafioso salió de su interior, Saori giró la cabeza, extrañado, pero rápidamente Caín le agarró del brazo y le giró, haciendo que quedaran cara a cara con Caín sobre él.


La primera vez que se acostaron no se había atrevido a observar el cuerpo desnudo de Caín, aún ahora tenía impulsos de desviar la mirada, pero cuando éste empezó a masturbarse delante suyo su mirada quedó fijamente gravada en la figura del mafioso. Tenía un cuerpo perfectamente moldeado, con los músculos marcados pero no de forma excesiva; y a pesar de que Saori creía que jamás podría encontrar atractivo y excitante el cuerpo de un hombre desnudo aseguraba que lo que estaba viendo ahora era lo más afrodisíaco que había observado en su vida.

Sin dejar de masturbarse Caín agarró el pelo de Saori con la otra mano y alzó su cabeza con fuerza.


—    ¿Te gusta lo que ves, crío?


Caín tenía los ojos cristalinos y el pelo despeinado, pero eso en vez de darle un aspecto desordenado le hacía parecer algún tipo de deidad atractiva. O más bien era un demonio.

Saori se removió bajo el cuerpo de Caín, emitiendo un par de jadeos; acababa de alcanzar el orgasmo y ya volvía a sentir como empezaba a excitarse, por suerte su cuerpo no daba para más en este momento, se habría sentido muy avergonzado al volver a tener otra erección ahora.

Observó fijamente como Caín cerraba los ojos y, en un ronco y sexy gemido, alcanzaba el orgasmo sobre él; Saori soltó un pequeño grito al notar una substancia que conocía bastante bien sobre su estómago – y lo que más le desagradó fue que no le resultara asqueroso -. Caín sonrió, aún con los ojos cerrados, y se estiró a su lado en un pequeño jadeo cansado.


—    Me has manchado...

—    Habría sido más cómodo que acabaras el trabajo con tu boca, pero sé que no puedo pedirle eso a una señorita como tú.

—    ¡¿Señorita?! ¡Vete a la mierda!


Se giró, dándole la espalda a un carcajeante Caín. No podía llegar a imaginarse la idea de practicarle... eso... a Caín; sabía que el mafioso tenía una amplia experiencia sexual, y que seguramente había estado en la cama con gente mucho más hábil que él, como Hímero, y de hecho si lo meditaba no es que él hiciera nada en la cama, se limitaba a gritar y dejar que Caín lo hiciera todo.

Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora