Lo primero que vio al despertarse fue una cegadora luz blanca que le obligó a volver a cerrar los ojos, adolorido por el cambio repentino de luminosidad. Estaba tumbado en una cama, se removió incómodo, notando varias partes de su cuerpo vendadas – cosa que tampoco evitaba que le dolieran-. ¿Dónde estaba?
Deducía que se había desmayado. Lo último que recordaba era estar en aquel pasillo del almacén al que los había llevado Adel, rescatándolos así de una detención segura, con Caín, Deimos, Fobos y Charlie. La sensación de ansiedad volvió a su estómago al pensar en su amigo: lo había visto en el suelo, tumbado, sin moverse tras recibir múltiples palizas del fallecido padre de Adel; la culpa le consumía y necesitaba saber cómo estaba su amigo y qué diablos había ocurrido.
Le dolían de mala manera los ojos y no lograba acostumbrarse a la luz del lugar donde estaba, cosa que le imposibilitaba reconocerlo y le generaba aún más inquietud; la desagradable sensación del tiroteo seguía acechándole y no podía quitarse de la cabeza las traumáticas escenas que había tenido que vivir, así como el brazo ensangrentado de Caín. Una ardiente necesidad de saber cuál era el estado de salud tanto de Charlie como de Caín le quemaba por dentro.
— No va a ser algo sencillo, pero el cuerpo policial de la ciudad no entiende de integridad moral cuando hay billetes de por medio; una lástima, pero es conveniente para la situación actual de la familia.
Tardó unos segundos en identificar que la voz que acababa de hablar pertenecía a Hypnos. Gruñó extrañado e intentó incorporarse, forzándose a abrir los ojos para poder ver al fin dónde se encontraba y por qué estaba el doctor de su Instituto con él; a priori no entendía nada, pero al pensarlo mejor se tranquilizó al saber que estaba con Hypnos: el doctor era íntimo amigo de Caín y eso significaba que, de un modo u otro, los von Löwe se habían salido con la suya.
Cuando su vista se acostumbró pudo observar con claridad la enfermería de su instituto. ¿Qué diablos hacía ahí? Sabía que su instituto era propiedad de los von Löwe, pero le extrañaba despertarse ahí – significando eso seguramente que les habían traído del almacén directamente al instituto -; le dolía la cabeza y estaba mareado, pero aun así se incorporó de la cama. A su izquierda tenía a Hypnos con un par de papeles, esbozando una relajada sonrisa que Saori jamás había visto en su cara – recordaba al doctor como alguien serio y amargado – pero entendió mejor la situación cuando vio que estaba hablando con Lyanna, que se encontraba sentada sobre la mesa del doctor escuchando atentamente cómo el doctor despotricaba sobre la corrupción política de la ciudad. La primera vez que vio al doctor ya pudo comprobar que había cierta complicidad entre él y su amiga.
— ¡Saori! — su amiga exclamó preocupada al darse cuenta de que había despertado; con un grácil movimiento se bajó de la mesa de Hypnos y se acercó hasta él —. ¿Cómo te encuentras? Tienes muy mala cara.
— Ahora… Ahora no, Lyanna — balbuceó notando su garganta reseca e irritada, pero le daba igual.
— ¿Cómo que ahora no? ¡¿Tú sabes por lo que has pasado?! Estírate, voy a por agua.
— No, tranquila… — sabía que calmar el instinto protector de su amiga era prácticamente imposible y entendía su preocupación, pero necesitaba una explicación —, Hypnos…
— Lyanna — la voz del doctor sonó fuerte y exigente, con una pizca del malhumor que Saori recordaba que tenía —, déjale, hay gente con el mismo sentido de la sensibilidad que un cactus.
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Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)
RomanceSaori es un estudiante de secundaria común, con una vida tranquila y unos traumas del pasado que prefiere no recordar, o al menos así era hasta que por ayudar al padre de uno de sus amigos conoce a un inteligente y manipulador jefe del crimen organi...