Capítulo 35

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Había echado de menos el Lamborghini rojo de Caín más de lo que había creído, y aunque solo había estado dos veces ahí dentro las emociones de todo lo vivido se volcaron sobre él. El mafioso, una vez más, había optado por callar y no decirle hacia dónde se dirigían por más que él lo había preguntado. Por una parte prefería que fuera así, el silencio en el que se encontraban ahora era algo mucho más cómodo; hacía unas pocas horas que había despertado de su desmayo y necesitaba reorganizar toda la información en su mente antes de conversar con Caín.


Charlie estaba en el hospital y hasta un pequeño aguijón de vergüenza y culpabilidad atravesaban su estómago al pensar que estaba ahora aquí mientras su amigo seguía inconsciente, por su culpa, por simplemente haber decidido volver con él del Instituto. Pero ahora se sentía tan cerca de aclarar todas las dudas que tenía en su cabeza que sabía que con quien debía estar era con Caín, sentía que ahora podía conocer al fin los sentimientos de este hacia él; sentía que podía hasta perdonarle que desde un principio el mafioso supiera toda la verdad sobre sus padres.


Ladeó la cabeza para observar a Caín, que conducía absorto en sus propios pensamientos. Mataría por poder entrar ni que fuera una vez en la mente del otro, saber qué clase de pensamientos tenía una persona como él, tan excelente y elevada. Odiaba la parte de sí mismo que idolatraba de ese modo a Caín, persona que le había hecho tanto daño y le había despreciado hasta la saciedad... pero le había salvado la vida, al final, in extremis, había sacrificado un importante negocio por salvarle la vida.


¿Era algo que debía agradecer? Técnicamente le debía su vida a Caín, si él no hubiera aparecido tanto él como Charlie estarían muertos; pero también era cierto que si Saori no tuviera relación con Caín ni tan siquiera les habrían secuestrado, así que parte de la causa de su secuestro era cosa del mafioso. Sea como fuere, ahora no era el momento para pensar en modestos agradecimientos... ¿Lo sería algún día? ¿Tendría que hablar del tema con Caín? ¿Admitiría algún día el mafioso que sentía algo por él?


Se removió incómodo en el asiento ante la idea de que Caín fuera a hacer algún tipo de confesión: no sabía si le gustaba o prefería que tuviera esa actitud indiferente para con él. Sus sentimientos eran extraños, y se había dado cuenta de que sentía cierta atracción por la idea del rechazo: era algo enfermizo, cuanto más desinterés mostraba Caín por él más le atraía y más satisfacción sentía por una pequeña muestra de cariño, como lo era haberlo rescatado o estar esperándolo en ese parque.


—          ¿Sigues vivo, crío? — la voz de Caín hizo que diera un pequeño brinco, ladeó la cabeza para observar como el mafioso seguía conduciendo, con una pequeña sonrisa socarrona —. Ya falta poco.


Observó el paisaje por la ventana y vio que estaban en las afueras de la ciudad, pero no era la zona en la que vivía Caín, era justo la otra punta de la ciudad. Frunció el ceño contrariado; él creía que iba a ir a casa de Caín, tenía la pequeña esperanza de... volver a estar en su cama. Aunque muriera de la vergüenza admitía que tenía ganas de acostarse con el mafioso.

Pero ahora le abordaba una pregunta que le empezaba a generar inquietud y ansiedad, ¿a dónde diablos le estaba llevando Caín? Siguió mirando por la ventana hasta reconocer mejor la zona a la que se dirigían.


Se le paralizó el corazón. La última vez que había estado por ahí tenía aproximadamente doce años y había ido obligado por su madre, el recuerdo borroso de aquella última visita seguía acechándole en forma de sueños y le advertía que ese era el cúmulo de cuanto no funcionaba bien en su vida. Y por eso mismo no se había atrevido a volver a visitar la tumba de su padre, en el cementerio de la ciudad.

Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora