Capítulo 33 - I

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Intentó mover sus entumecidas manos, pero las cuerdas que se las sujetaban a la silla estaban apretadas de una forma tan fuerte que le imposibilitaba el movimiento y le cortaba la circulación. Miró afectado el cuerpo magullado de Charlie. No podían matarlo, no, jamás se lo perdonaría; no le importaba morir él, pero no podía aguantar la idea de que su amigo pagara por su culpa.

—    Padre — Adel se dirigió al señor Argzeichen con el ceño fruncido, visiblemente nervioso—-, ese no era el trato.

El señor Argzeichen ignoró a su hijo como si fuera un insecto revoloteando a su alrededor. Saori observó cómo Adel chasqueaba con la lengua y se cruzaba de brazos, mirando con nerviosismo cómo todos los hombres de su padre se iban colocando donde este les había ordenado: diez de los hombres empezaron a repartirse por el almacén, cogiendo antes armas que había en algunas mochilas que llevaban, escondiéndose con presteza tras columnas o cajas; los otros cinco hombres que quedaban y a los que el señor Argzeichen había ordenado asesinar a Charlie empezaron a recoger las mochilas y arreglar el almacen para que pareciera que allí no había nadie más que Saori, Charlie, el señor Argzeichen y Adel.

Miró a Adel, desesperado, no le quedaba otra manera de intentar evitar que Charlie sufriera algún daño que hablar con Adel. Con esto se había roto completamente su relación, pero mantenía ciertas esperanzas en la bondad del pelirrojo… analizando sus gestos, como hablaba con su padre y como evitaba mirarle a él a los ojos era capaz de entender que esto no era exactamente lo que Adel deseaba.

—    ¿Vendrá? — el pelirrojo le insistía a su padre, girándose para evitar la penetrante y desesperada mirada que le enviaba Saori.

—    Si lo que me dijiste es cierto, sí — contestó irritado el señor Arzgeichen, mientras miraba de reojo a Saori —. Vaya cara se le quedaría a Orion von Löwe si supiera los vicios antinaturales que tiene su hijo, suerte tiene el crío ese de que su padre esté medio senil.

Adel suspiró, sin contestar a su padre.

—    Señor — uno de los hombres que estaba recogiendo las cosas se acercó hacia ellos —, ya está todo preparado, ¿nos deshacemos del crío?

—    Sí. — contestó el señor Arzgeichen, con indiferencia, paseando su vista de Saori a Charlie —. Haced algo con el otro también, lo veo demasiado compuesto, cuando llegue el von Löwe quiero que sepa que no nos andamos con bromas.

Horrorizado giró la cabeza hacia Charlie, temiendo que acataran rigurosamente las órdenes de su jefe y le mataran, pero no llegó a verle bien ya que un puño arremetió contra su rostro, provocándole un profundo dolor. A este golpe le secundaron más, muchos más, pero no le importaba el dolor que pudieran provocarle a él; intentaba por todos los medios vigilar que a Charlie no le pasara nada.

—    A… ¡Adel! — gritó cuando el hombre se separó de él, seguramente viéndose satisfecho por la paliza que le había dado—. ¡Adel! ¡Eras mi amigo!

Adel le miró por fin, como si fuera la primera vez que le veía en mucho tiempo, y Saori pudo ver en su mirada de nuevo a aquél alegre chico que se sentaba a pintar con él en el club de arte; por la expresión que se le puso al pelirrojo tras examinarle el rostro supo que no debía tener muy buena cara – cosa que el ardor y ponzoñoso dolor en su rostro y costillas ya le indicaban – pero eso ahora no era relevante para él.

—    Adel… — susurró Saori , mirando fijamente al pelirrojo —. Charlie…

 Tanto él como Adel giraron la cabeza a la vez para ver a Charlie, que acababa de recibir brutales golpes de dos de los hombres que el señor Argzeichen había mandado; estaba boca abajo, con un charco de sangre y multiples magulladuras. Saori sintió un escalofrío recorrer su espalda al ver la extraña forma en la que se doblaba el brazo seguramente roto de su amigo. ¿Cómo había podido torcerse todo de esta manera? ¿Por qué debía pagar Charlie si era todo culpa suya?

Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora