Se había pasado gran parte de la mañana buscando a sus amigos por el Instituto – en especial a Lyanna – pero sólo había encontrado a Paul y a Charlie en clase de lengua; no había sido capaz de entablar conversación con ellos dos, aún tenía reciente lo ofendido que se había sentido al ver a Paul con Deimos y no quería enfrentarse tan pronto a su amigo. Quería hablar con Lyanna primero, necesitaba hablar con ella y empezaba a extrañarle la reciente ausencia de su amiga; era poco común que ella se saltara clases, más bien era una de esas cosas que pasaban una vez al año.
No se encontraba bien. Habían pasado ya tres días desde que durmió en casa de Caín. Tres días que había pasado sin prácticamente salir de su cama, sin asistir al Instituto, esperando la llegada de su madre – que no sucedió – y sin ser del todo capaz de volver a reanudar su vida.
El peso de la verdad había caído sobre sus hombros. Se había relacionado con la mafia de una forma muy íntima, y lo que era peor aún, se había enamorado del jefe de ésta. Porque sí, una de las cosas que le había costado más masticar era la aceptación, al fin, de que lo que sentía por Caín era enamoramiento. Sabía que no era buena persona, pero le quería, y no le importaba todo lo que había hecho.
Ahora tenía media hora libre entre clases; media hora que solía pasar con sus amigos en el tejado del Instituto, pero ahora no le apetecía estar con ellos – no le apetecía estar con nadie, más bien – y decidió esquivarlos diciéndoles que debía seguir pintando un cuadro para una futura exposición del club de arte. Cosa que era mentira, por supuesto, pero así aprovecharía para estar tranquilo y seguir con el cuadro que Caín le había encargado la semana pasada.
En cuanto a su padre, se sentía aún peor que antes. Una parte de él hubiera deseado que Caín negara toda relación entre su padre y la familia von Löwe, pero tampoco había sido una sorpresa saber que existía un lazo entre ellos… y lo que sabía seguramente era la punta del iceberg, las palabras del mafioso escondían cosas; aunque no demasiado íntimas, o eso esperaba, ¿si su padre había estado involucrado con la mafia y fuera alguien malvado Caín se lo hubiera dicho, no? La duda se sembraba en su interior, pero quería creer en Caín.
Llegó al club de arte y se sorprendió al encontrar la puerta entreabierta; normalmente nadie iba al club a esas horas, solo lo hacía él.
Entró con el ceño fruncido, pero cambió el gesto al ver a Adel sentado al borde de la ventana con un cuaderno, dibujando algo con carboncillo.
— ¿Adel, qué haces aquí?
El pelirrojo alzó el rostro, sorprendido, y le sonrió con ese usual gesto que le recordaba a Fobos.
— ¡Saori! ¡Qué susto me has dado, por un momento pensé que eras Jon dispuesto a asesinarme por estar aquí a hurtadillas! — el pelirrojo dejó el cuaderno a un lado y bajó de la ventana, acercándose hasta él —. Y nada, estaba dibujando, ¿tú qué haces aquí? ¡Llevas días sin aparecer, Jon está que trina, cuando te vea ya verás la que te cae!
— Estoy acostumbrado a las broncas de Jon.
Susurró mientras entraba totalmente en el aula, cerrando la puerta para que nadie les viera y sin hacer mucho caso a todas las descripciones que le daba Adel sobre cómo Jon podía castigarle fue dejando sus cosas y agarrando sus utensilios de pintura de los armarios.
— ¡Por cierto, los exámenes me fueron genial! — Adel se acercó hasta él, siguiéndolo a una distancia prudente —. Menos el de Filosofía, ¡qué horror! No es lo mío, ¡eso no sirve para nada!
Saori, como siempre hacía desde que conocía al pelirrojo, se puso a pintar mientras dejaba que éste hablara; esa era la rutina de la peculiar amistad que habían entablado y aunque escuchaba las palabras de éste sólo le contestaba en contadas ocasiones.
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Castillo de naipes. (Yaoi - Homosexual)
RomantizmSaori es un estudiante de secundaria común, con una vida tranquila y unos traumas del pasado que prefiere no recordar, o al menos así era hasta que por ayudar al padre de uno de sus amigos conoce a un inteligente y manipulador jefe del crimen organi...