🌟 Padre 🌟

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- Te lo pido cómo su hermano mayor.

Ambos nos sorprendimos, al igual que los que escuchaban alrededor. Quiénes frenaron su paso al oír eso.

- ¿Disculpa? -preguntó el pelinegro confundido.

Por mí parte comenzó a dolerme demasiado la cabeza, tanto que me sentía débil. Ya sabía que es lo que venía a continuación.

- Lo que escuchaste -pude alcanzar a oír con dificultad.

- Guy -pronuncié antes de que mí vista se empezará a ser borrosa.

- ¡_______!

Todo se volvió negro.

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- ¡_______! -el pequeño despertó a la niña, quien se encontraba plácidamente dormida.

- Aléjate -contestó molesta, dándole una patada suave en su pecho. Para luego seguir durmiendo.

El no tuvo otra opción que cargarla en sus brazos y llevarla como una bolsa de papas.

- ¿Otra vez, enserio? -se quejó aún somnolienta.

- Ya sabes que a Papá no le agrada que lleguemos tarde -respondió mientras caminaba hacia la fogata.

El hombre, alto y robusto, cabello color negro y ojos marron claro. Se encontraba apagando el fuego con tierra.

- Buen día papá -saludó el mayor, bajando a la pequeña-. Ve a lavarte la cara -le ordenó.

La pelinegra obedeció desganada, pues la habían despertado de un sueño idealista para un nuevo invento.
Se agachó levemente para tomar un poco de agua del río en sus manos y pasársela por el rostro.

- Hija -una mujer de ojos azules y cabello castaño apareció detrás de ella con una cubeta de madera.

- Madre -se sorprendió por su repentina presencia, dando media vuelta para mirarla mejor-. Buen día.

- ¿Cómo dormiste? -le sonrió amorosamente, entregándole la cubeta para que la llenará de agua.

- No muy bien -confesó desanimada.

- ¿Por qué?

La pequeña quedó en silencio por un momento, recordando aquel trágico sueño que había tenido la noche anterior.

- Tuve un poco de frío -mintió para no preocupar a la mayor.

La mujer le sonrió- La próxima vez hazme caso y ponte la piel de mapachoruga, es la más abrigada -concluyó antes de marcharse dónde estaban los dos hombres.

Ella observó el agua y suspiró, mientras notaba algo extraño en su reflejo, este se movía lentamente.

Volteó y vió como algunas pequeñas piedras temblaban. Se reincorporo rápidamente, pero segundos después ya no se movía nada.

- ______ -el mayor llamó su atención- ¡Vámonos, rápido!

Ella un poco desorientada obedeció al hombre, cargando un pequeño bolso con sus inventos y algunas armas que servían para cazar.

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- ¡Lío, atrapame! -la pequeña se había lanzado de una roca alta hacia su hermano, para que esté la sujetara en su espalda.

- Ya deja de hacer eso -pronuncio el joven con dificultad, cargando el peso de la menor.

- Te estoy ayudando -mencionó la pelinegra.

- ¿Cómo?

- Para que tengas músculos y seas fuerte como papá -sonrió dulcemente, ganandose una buena razón.

- Me lo harías más fácil si dejaras de pesar tanto.

Ambos carcajearon por un momento.

- ¡Chicos, apurensen o nos dejarán atras! -hablo la madre refiriéndose a la pareja que estaba enfrente nuestro junto a su hija.

La niña bajó de los hombros y empezaron a hacer una carrera para alcanzar a sus Padres.

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- Bien, descansaremos aquí -hablo el hombre frenando su paso, junto a las demás familias-. Felix encargate del fuego, las mujeres del agua y yo iré a cazar -ordenó, marchandose junto a su lanza.

Los niños se sentaron cerca del río, para descansar sus piernas de la larga caminata que hacían todos los días. Tratando de encontrar un buen lugar para instalarse.

- ¿Puedo ir contigo? -la de ojos azules le preguntó a su Padre con emoción.

- ¡Claro que no! -contesto en tono de burla-. Es muy peligroso para una niña indefensa -añadió antes de desaparecer de su vista.

La pequeña se desanimo por las palabras, pues le dolió que vinieran de su propio Padre.

- ¡Lío, ven conmigo! -ordenó el hombre cazador.

El tan solo le dedicó una mirada de compasión acompañada de una pequeña sonrisa. Levantando los hombros levemente antes de marcharse. Dando a entender que el no podía hacer nada en esta situación, pues debía obedecer al mayor.

La mujer le sobó el hombro para luego entregarle una cubeta. Se dirigió a buscar agua, mientras volvía a sentir ese pequeño y horrible tembleque en sus pies.

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Desperté nuevamente, agradecida por ello. Encontrándome con una hermosa luna llena y un bello cielo estrellado. Acompañado de la linda mirada del pelinegro.

- _______ -la sostuvo entre sus brazos fuertemente-. Pensé que no despertarias.

- ¿Cuánto tiempo estuve dormida? -pregunté desorientada.

El se separó de mi para luego mirarme a los ojos. Entregándome un poco de agua fresca para que me despejara.

- Cinco horas -respondió cortante.

Mis ojos se abrieron sorprendída, nunca había estado tanto tiempo inconsciente.

- Pero no es lo único que importa -volvió a hablar Guy, reincorporandose del suelo para mirar detrás mío.

Me senté en la fuerte rama del árbol donde estábamos, para luego voltear suavemente hacia atrás. Encontrándome a quien menos quería ver en este momento.

- _______ ¿Podemos hablar?

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El mañana//Guy y Tu//TERMINADA [1°er Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora