🌟 Solo 🌟

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Lío sigue narrando la historia:

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Minutos después todo se había calmado. Me reincorporé del frío suelo, dónde había quedado devastado.

Aún tenía esperanzas de que seguían vivos. Por ello con valor y empeño me decidí a buscarlos, no quería quedarme de brazos cruzados.

Camine todo río abajo, con mí lanza por si llegara a haber algún imprevisto.

Pasaron varios minutos pero no encontraba nada.
Hasta que al observar a mí izquierda, cerca de la costa yacia una mano.

Rápidamente saqué aquel cuerpo hacia afuera, moviendo algunas ramas que tenía encima. Me di cuenta que se trataba de mamá.

Pero mí emoción se deciso como arena al encontrarme con una terrible imagen. Su cuerpo estaba pálido, no sentía su respiración ni mucho menos los latidos del corazón. Terminé de quitarle las ramas e intente sacar una en especial, pero al hacerlo solo se podía apreciar sangre en ella. Mamá había muerto por una gruesa y firme rama clavada en su estómago.

Las lágrimas no tardaron en salir. No podía hacer nada, así que la sostuve en mis brazos un momento para apreciar por última vez su rostro. El mismo rostro que había visto al nacer, el único que me hacía sentir bien todos los días.

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Volví a caminar río abajo, sin antes despedirme de la mujer. Aún lloraba lágrimas frías, pero no podía venirme abajo cuando aún tenía esperanza de que alguien haya sobrevivido.

- Agh -escuché a la lejanía, por ello detuve mí paso, para apreciar mejor de dónde venía-. Ayuda -provenia de mí derecha, el lado contrario al río.

Me dirigí hacia allí, buscando entre los matorrales aquella voz.

- Habla otra vez -ordené.

- ¿Lío? -oí cerca- ¿Eres tú? -preguntó con dificultad una voz masculina.

Escarbé, escarbé y escarbé hasta encontrar al hombre.

- Tío Felix -me límite a decir a verlo casi aplastado por una roca.

- Lío, por fa..vor ayu..dame -suplicó entre quejidos.

Al observar mejor, me di cuenta que su pierna derecha estaba atascada entre esa gran roca.

- Si -me dirigí hacia ella e intente levantarla, pero era demasiado difícil. Aún no tenía las fuerzas de papá-. Espera -se me había ocurrido una idea.

Busqué un fuerte palo que había por allí, e intente ponerlo debajo de la roca para levantarla con la fuerza de mí peso. Tarde unos segundos hasta lograrlo.

- Ya casi -dijo el hombre.

Empuje aún más fuerte, hasta que Felix logro sacar enseguida su pierna. Soltando el palo derrepente, para descansar.

Intentaba recuperar el aire.

El mayor se reincorporo con dificultad, cojeando de un pié para acercarse a mí.

- Gracias muchacho -tocó mí hombro para luego sonreír.

Nuevamente mis ojos empezaron a lagrimar, al recordar lo sucedido hace un momento.

- Oye, tranquilo -intentó consolarme sosteniendome de ambos hombros.

No me contuve y me aferre a su cuerpo, largando alguna que otra lágrima.

- Mamá -mencioné entre un sollozo-. Mamá ya no.. está.

El, con las pocas fuerzas que le quedaban, me rodeo con sus brazos.
Me sentía protegido.

El mañana//Guy y Tu//TERMINADA [1°er Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora