🌟Destrucción Masiva🌟

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- Iré con ustedes.

Mí ojos se abrieron exageradamente al oír aquello. Por eso levante mí cabeza para mirarlo fijamente.

- ¿Lo dices enserio? -mi hermano parecía muy emocionado. Pues no era de menos, si después de tantos años lo volvía a ver.

- Claro que sí -respondió, dirigiéndose a la cueva-. Si el mundo se acaba, por lo menos debo intentar todo lo que pueda -se escuchó en un eco dentro de la montaña, segundos después salió-. Listo.

Portaba una bolsa mediana en sus hombros, junto con la lanza que había tirado anteriormente.

- Pero antes debemos ir a buscar a Grug -ordené preocupada por mí chico. Emprendiendo camino hacia el. Siendo seguida de toda mí familia, incluyendo a la que acaba de encontrar.

- ¿Grug? -escuché pronunciar al hombre antes de que empezará a avanzar.

Corrimos en busca del pelinegro, ya dgiriendo mejor la situación. Aún que me costaba dar la cara a mis hermanos y mamá.
Más difícil va a ser cuando ambos hombres se encuentren...

Buscamos por doquier, pero no hallabamos ninguna pista. Hasta que se empieza a escuchar una melodía muy dramática a lo lejos. Tenía la certeza de que eran ellos.

Nos dirigimos hacia dónde provenía, encontrándonos a unos pocos metros de los dos, atrapados en una especie de sustancia negra. Pero no estaban solos, la fiera estaba con ellos y al parecer otra marioneta de las que inventaba Guy.

Extendí mis brazos para que nadie se acercara a ayudar, pues veía que su plan estaba funcionando de maravilla.

Un momento después, ambos se hallaban sanos y salvos lejos de aquello negro que los contenía. Pero la amenaza de ser devorados aún persistía.

La bestia estaba a punto de atacarlos, pero por suerte se atasco en la sustancia pegajosa, haciendo que está se estirara tanto que en un descuido saliera volando para el lado contrario.

Inmediatamente fuimos a asistirlos.

- ¡Papá! -gritamos los tres jóvenes preocupados, incluida. Recibiendo una mirada extraña del hombre vestido de blanco.

- Guy -lo nombre dirigiéndome a el, igual de preocupada.

Empecé a revisarlo para ver si tenía alguna herida, pero no. Derrepente sentí como el tomó de mis manos para luego sonreír.

- Tranquila, estoy bien -me dijo con su encantadora voz masculina.

Le sacudí un poco la suciedad de su rostro.

En ese momento, mí expresión de alegría cambio a una de angustía. Pues, al fin los dos hombres se enfrentaron.

- Estoy bien -mencionó Grug. Se dió cuenta de que había otra presencia allí- Pero ¿Quién es el? -preguntó frunciendo el ceño, alejándonos a todos del sujeto.

- Papá -llame la atención del mayor-. El es mí verdadero papá -expliqué como pude, nerviosa por su reacción.

Mis palabras eran confusas.

- ¿Qué? -ambos dijeron al unísono.

Se observaron por un buen rato. Sin expresión alguna.

Luego de unos minutos reaccionaron. El de ojos azules se atrevió a hablar.

- Así que -tosió secamente- ¿Tu eres el que cuido de mí hija todo este tiempo? -cuestionó, acomodándose su bolsa.

- ¿Tu eres el que la abandonó en aquel pozo? -preguntó Grug muy molesto al parecer.

- ¿Cómo que en un pozo? -pregunté confundida en un susurro.

No comprendía.

- ______, ahí fue donde te encontramos -me explicó mamá, pasivamente. Aún con su rostro decaído.

No recordaba aquel momento, ni mucho menos estar en un pozo.

- No puedes acusarme de abandonarla -contradijo el castaño- ¿Acaso Lío no te contó?

El de cabellera negra miro al joven recién nombrado, esperando a que aportará algo.

Mí hermano mayor decidió hablar- Nuestra familia sufrió un grave accidente, logrando que nos separemos -explicó. Tratando de calmar un poco el ambiente.

Se cruzó de brazos- Sin rencores -mencionó el más alto-. Debo agradecerte de cuidarla mientras yo no estaba -le extendió la mano.

Grug pensó por un momento antes de tomarlo. Pero al hacerlo, las cosas mejoraron.

- Disculpen interrumpir -habló mí chico listo-. Pero debemos apurarnos, cuando lleguemos al mañana podrán arreglar mejor el asunto -sugirió. Logrando que todos concuerden.

Por mí parte estaba emocionada y nerviosa a la vez. Me costó digerirlo, pero al ir subiendo la montaña logré hacerlo.

Ya en la cima, aunque costó demasiado, un rayo de esperanza nos iluminó a todos y cada uno de nosotros.

- ¡Ahí está! -festejó el pelinegro- ¡El sol! -lo señalo- Debemos montarlo hasta el mañana.

Pero como ya era costumbre, las cosas buenas no duran para siempre.

A nuestros lados, a mucha distancia de nosotros, empezaba a crearse una barrera de destrucción masiva. Haciendo que la pasada para montar al sol, se estreche mas cada segundo.

- ¡Rápido!

Todos desesperadamente corrimos por una línea recta, con la esperanza de pasar por aquella abertura de sol.

Pero, a tan solo unos pasos de llegar. La barrera destructiva la alcanzo antes que nosotros. Haciendo migajas nuestras ilusiones...

El mundo entero nos cayó encima, no podíamos creer que todo el esfuerzo, físico y emocional, se haya ido rapidamente por la borda....

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El mañana//Guy y Tu//TERMINADA [1°er Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora