34 | Decisiones

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— Tardaste más de lo que dijiste. —dijo, HwanWoong, con una sonrisa y mirándolo.

YoungJo asintió, apretando un poco sus labios

— ¿Está todo bien? —preguntó, HwanWoong, mirándolo.

— HwanWoong... —llamó.

No tenía la fuerza para decirle a Yeo algo que no sentía, incluso sabía que esto le dolería más a HwanWoong que a él mismo, pero él no podía permitir que un hijo suyo creciera fuera del seno de una familia completa.

— YoungJo, de verdad me estás asustando. —dijo, HwanWoong, tomando su mano.— ¿Qué está pasando?

YoungJo apartó su mano, guardándola en su bolsillo.

— Tú eres una gran persona. De verdad te amé mucho éste tiempo que me permitiste estar a tu lado. —YoungJo relamió sus labios, haciendo presión en ellos posterior a eso.— Lo nuestro ya no puede seguir, ni debió ser para comenzar.

— YoungJo... ¿De qué hablas? Si esto es una broma, no es gracioso. —dijo, HwanWoong, guardando la compostura.

— Que nosotros terminamos, no es muy difícil de entender. —dijo, YoungJo, a punto de irse.— Si así lo deseas, puedes seguir trabajando para mí.

HwanWoong lo quiso detener, necesitaba una buena explicación.

Cuándo tiró de su saco, de él cayó una hoja.

HwanWoong la tomó.

Eran los estudios de la prueba de embarazo.

— HwanWoong... Déjame ex-...

— ¿Desde cuándo? —preguntó con lágrimas en sus ojos.

— Tiene un mes... —respondió.

HwanWoong le tiró una cachetada y se fue a paso rápido a su habitación.

¿Otra vez le habían visto la cara? ¿Todo lo que le dijo YoungJo fue sólo un cuento?

( . . . )

— Adiós, cuídense mucho. —dijo, HwanWoong, dejando un beso en la frente de KeonHee.

Los niños subieron al auto para irse a la escuela.

— Algo le pasa a HwanWoong. —dijo, GeonHak, mirando a su hermano mayor.

— Ya lo sé, y tiene que ver con papá, pero no podemos faltar a la escuela. No sé tú, pero yo no voy muy bien en mis calificaciones. —respondió, SeoHo.

— Yo tampoco. —respondió volteando a ver a sus hermanos.

Los tres menores se peleaban por asomarse a la ventana para despedirse de Yeo.

HwanWoong entró nuevamente a la casa para ir a acomodar las habitaciones de los niños, era uno de sus deberes.

— HwanWoong, necesitamos hablar. —dijo, YoungJo.

— Creí que estaba en su trabajo, señor Kim. —dijo volteando a verlo.

— Necesito hablar contigo. —dijo nuevamente.

— No tenemos nada de qué hablar. Usted fue muy claro. —dijo tranquilamente, su rostro tampoco expresaba algo.

YoungJo vió cómo HwanWoong continuaba su camino, subiendo las escaleras.

— ¿Seguirás trabajando aquí? —preguntó.

HwanWoong se detuvo, pero no volteó.

— ¿Quiere que me vaya? —preguntó sin voltear.

— Sólo quiero saber si seguirás trabajando aquí. —preguntó nuevamente.

— Y yo necesito saber si quiere que me vaya. —mencionó nuevamente.

YoungJo soltó un suspiro, sobando su frente.

— No, no quiero que te vayas. —respondió.

— Entonces supongo que aún puedo conservar mi trabajo. Decido continuar con él, por sus hijos, por mis niños. —respondió para después seguir avanzando.

YoungJo también se fue.

En cuánto HwanWoong escuchó la puerta cerrarse, volteó hacia ella con lágrimas en sus ojos.

Por un momento sintió tener una familia, sintió ser feliz. Entonces, de un momento a otro, fue cómo si todo se le cayera de las manos.

Al llegar a la habitación de los menores, cerró la puerta y se soltó en llanto al ritmo en que dejó salir un grito de tristeza y rabia.

¿Era su culpa? Por supuesto que lo era. ¿Cómo pudo llegar a creer que él tendría un bonito final junto a Kim? Eran de mundos muy diferentes.

YoungJo era un hombre de clase alta e impecable, mientras que él no valía. No se podía comparar con SangYeon, él también era de clase alta.

Aunque, sobre todo, había algo que SangYeon podía darle a YoungJo y que él no.

Un hijo.

Y eso lo mataba por dentro.

( . . . )

— Ya está despertando. —dijo, KiWook, a YeonJun.

YeonJun se acercó, soltando un suspiro de alivio.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó con una sonrisa.

HwanWoong se había quedado dormido en la cama de KeonHee.

— Estoy bien. —respondió tocando su cabeza.— ¿Qué hora es?

— Va a ser media noche. —respondió, KiWook, soltando un bostezo mientras tallaba sus ojitos; tenía mucho sueño.

— No es cierto... Ay... —suspiró tapando su rostro.

— Papá ya nos dijo que tú y él ya no están juntos... —habló, SeoHo, sentándose a su lado.

— ¡Pero nosotros nunca vamos a querer a esa tarántula! —gritó, el menor de los niños, enojado.— Él no merece el lugar de mami, ¡tú sí!

— Incluso dijo que él vivirá con nosotros, ¿puedes creerlo? —preguntó, KeonHee, molesto.

— Ustedes tampoco pueden hacer algo al respecto. Lo mejor es que aprendan a convivir con él. —dijo, HwanWoong, mirándolos.

— ¿De qué hablas? —preguntó, GeonHak, molesto.— ¡Él no puede vivir aquí!

— ¡Él jamás va a reemplazar a mami! —gritó, KiWook, enojado.

— No, él no lo va a reemplazar. Su mami es único y no habrá nadie que pueda ocupar su lugar, eso yo se los dije muchas veces. —dijo tocando la naricita de KiWook mientras lo sentaba sobre sus piernas.— Yo voy a seguir siendo su niñero, cómo antes, y todo estará bien. —dijo con una sonrisa.

— Tú mientes... —sollozó, DongJu.— Tú estás triste...

— No estoy triste, corazón, estoy bien. —dijo con una sonrisa y acomodando su cabello.

— ¡No! ¡Tú mientes! ¡Todos ustedes mienten! ¡Los adultos siempre mienten! —gritó, KiWook, empezando a hiperventilarse.

GeonHak se acercó, calmando un poco a su hermano.

— Que KiWook duerma en nuestra habitación hoy, por si le vuelve a suceder. —dijo, SeoHo, a GeonHak, a lo que esté asintió y después salió de la habitación junto a KiWook.

— Wookki tiene razón, tú estás triste y mientes diciendo que estás feliz para que nosotros también lo estemos. —dijo, KeonHee, con los ojitos cristalinos.

— Ni tú, ni nadie, se da cuenta de que así nos hacen sentir peor. —dijo, el menor de los niños, mirándolo.

SeoHo se acercó y le dió un abrazo a HwanWoong.

HwanWoong empezó a llorar, correspondiendo a su abrazo.

DongJu y KeonHee también se acercaron y lo abrazaron.

no te acerques a papá. ㅡ youngwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora