XVII. Ailish

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—¡Harel ha caído! ¡Harel ha caído! ¡Las dríades han sido derrotadas y se repliegan al interior del bosque!
La mala noticia se cuela por las frías piedras de la Fortaleza, haciendo que el lugar se llene de incertidumbre y desesperanza. Todos nos ponemos en movimiento. Me dirijo a las armas y me pongo la cota de malla. Garin y yo cogemos las armas más afiladas que encontramos y no perdemos ni un segundo. Nos dirigimos al patio de armas, donde Covan contempla el cielo, donde los sheks están ganando a los dragones, con gesto triste.
—Ey—digo apoyando una mano en su hombro—, tranquilo. Puede que no ganemos esta batalla, pero aún podemos ganar la guerra.
—Ganaremos —dice él—, por todos los que han muerto. Y si morimos, moriremos con honor.
—No sé si estaré a la altura—musito por lo bajo.
—Tu padre estaría orgulloso de ti, te has convertido en una mujer fuerte e independiente.
Le dedico una sonrisa triste.
—Gracias.
Miro al cielo, sobrecogida. Ya han caído tres dragones y un cuarto esta retenido entre los anillos de un shek. Las Lanzadoras disparan proyectiles a la serpiente, y esta respuesta arroja al dragón hacía nosotros. Aparto a Covan antes de que el dragón caiga pesadamente.
Me yergo al instante justo para oír a alguien gritar:
—¡Llegan los szish!
Subo a las murallas para tomar perspectiva del campo de batalla, y entonces diviso a mi hermano Alsan saltando de almena en almena, dirigiendo a los arqueros. Nunca me habría imaginado así un final. Aunque para ser justos, los últimos años han estado llenos de sucesos inesperados.
Me giró hacia Garin que contempla con ojos llorosos y con un gesto de rabia como cae un dragón, aplastado cruelmente por una serpiente. Le agarro la mano intentando tranquilizarlo, a pesar de que me siento igual que él. Pero la ira no ganará esta batalla.
Entonces veo a Qaydar, el archimago, hablando con Alsan. Parecen discutir sobre algo, y agudizo el oído. Los ojos de mi hermano relucen salvajemente.
—¿Qué es más importante para ti?—dice el archimago, fríamente—¿Tu orgullo, o la vida de toda esta gente? ¿Prefieres perder a tus amigos antes que perder un castillo? Piénsalo, príncipe. Pero piénsalo pronto, porque las serpientes están a punto de hacernos pedazos.
Y momentos después abandonamos la fortaleza. Pero algunos bárbaros se quedan para defenderla antes de que las serpientes lograran, finalmente echar abajo la puerta.

Lazos de traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora