VIII. Ailish

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Es la mañana antes del baile y sinceramente no me apetece meterme de cabeza en una trampa, pero es mi única opción si no quiero que me descubran.
Kevanion ha conseguido que vaya con su hijo al baile. Sé que el príncipe Kerion se ha fijado en mí, y hay hasta algunos que dicen que probablemente un día nos casaremos. Esa simple idea me hace vomitar. Por obligaciones reales, he tenido que asistir alguna que otra vez a un evento con él, y se de primera mano que es un completo cretino. No es precisamente mi tipo, sobre todo porque cada vez que estamos en eventos con más gente (y con gente me refiero a chicas) está con todos menos conmigo. Pero debo ir con él para no levantar sospechas. Hemos quedado Garin y yo en que antes de medianoche me escabulliría para reunirme con él en mi habitación.
Me he enterado de que Amrin ha contratado a la familia Fesbak para el catering. Esta familia es conocida por tener el mejor pescado de Nandelt y mi amiga Darya ayuda en el negocio familiar.
Darya es una semivaru adolescente a la que conocí hace años cuando yo tenía 13 y ella 8 años. Vino con su madre trayendo un encargo y se perdió por el palacio. Cuando nos encontramos estaba muy nerviosa así que le llevé a donde su madre y le cogí mucho cariño. Ahora cada vez que viene para traer algún reparto se pasa a verme, pero hace meses que no sé nada de ella.
El baile está apunto de empezar me dirijo al cuarto de Amrin para darle mi regalo antes de que empiece.
Toco la puerta.
—¿Amrin?
—Está abierto.
Abro la puerta y me lo encuentro apoyado en el balcón. Parece triste y preocupado.
—Amrin el baile casi ha empezado, ¿estás bien?
—Si es solo que… no importa, ¿querías algo?
—Quería darte algo antes del baile.
Le doy mi regalo. Es un paquete fino y alargado, con el final en forma de cruz.
—¿Qué es esto? ¿Un bastón para el viejo de tu hermano?
Por un momento noto que vuelve a tener su humor estupido de siempre.
—Digamos que es un símbolo de tregua. Tu ábrelo.
Lo abre con delicadeza, y deja al descubierto una reluciente espada con la cabeza de un dragón en la empuñadura.
—Es…
Sus ojos se abren de par en par.
— …Tyrell, la espada de padre—digo sonriéndole.
La mira sonriendo pero al segundo aparta la mirada y su expresión cambia.
—Ailish…
Deja la espada a un lado.
—No me la merezco. Traicioné a nuestro padre aliándome con las serpientes, no merezco este honor.
—Hace poco me he dado cuenta de que un líder no es solo alguien con corona, si no que es una persona que se preocupa por su pueblo y hace lo que sea para protegerlo. Sigo sin estar de acuerdo con lo que hiciste, pero estoy dispuesta a aceptarlo. Coge esta espada y se un buen rey, protege a tu pueblo.
—Gracias. Entonces… ¿ya no estás enfadada?
—No te hagas ilusiones, hoy estoy de buen humor.
—Algo es algo—dice encogiéndose de hombros.
—Cambiando de tema: ¿con quien vas a ir al baile?
—Con nadie—responde amargamente—. La he fastidiado.
Aparta la mirada, parecía realmente afectado.
—Oh. Bueno, recuerda que siempre hay una segunda oportunidad. Si esa chica tuya no te la da, es que no te merece.
—Desde cuando das consejos amorosos ¿no era yo el hermano mayor?
Justo en ese momento, alguien llama a la puerta.
—Amrin, ¿podemos hablar?—dice Keress desde el otro lado de la puerta.
Miro a Amrin con los ojos como platos. ¿No será Keress…? Mejor no inmiscuirme.
—Será mejor que me vaya.
Le doy un beso en la mejilla (cosa que le deja algo sorprendido) y salgo apresuradamente de la habitación. Durante un segundo mi mirada y la de la shek se encuentran. Sus ojos fríos me provocan dolor de cabeza. Le lanzo una mirada de odio y me dirijo a mi habitación para prepararme.

A pesar de que la gente parece estar pasándoselo bien, yo me aburro más que un yan echando la siesta. El idiota de Kerion me a dejado plantada (vaya novedad) para irse a bailar con media corte. Así que aquí estoy, muerta del aburriéndome al lado de la comida. Deslizo una mano hacia la mesa y alcanzó una uva, al menos la comida me hace compañía.
Una chica con la piel azulada y el pelo dorado brillante se me acerca. Sus ojos son verde océano, y en su rostro lleva dibujada una sonrisa. Es mucho más alta y mayor que la última vez que la ví. Darya me sonríe y me saluda con la mano.
—¡Bonito vestido!
Me miro. Llevo un vestido rojo con mangas abultadas y la parte de confeccionada con cientas capas de tul. En la parte de arriba y al final de la falda tiene bordadas de naranja y dorado unas hermosas lenguas de fuego.
—Gracias—le respondo con una amable sonrisa—. Lo mismo digo ¿Cómo te va? Hace mucho que no te veo.
—He estado los últimos años practicando con mi magia, y cada vez se me da mejor. Tras la muerte de mi madre, mi tía me acogió. Ahora intento compaginar la magia con trabajar en el negocio familiar. Cuando consiga teletransportarme será mucho más fácil llevar los encargos a la otra punta del continente.
—Siento lo de tu madre.
—No te preocupes—dice haciendo un gesto con la mano, como apartando los pensamientos tristes—. Lo superé hace mucho. Ahora vivo al día, disfrutando de mi vida. Nunca sabes cuanto va a durar.
Me sorprende las cosas tan negativas que dice, pero de la forma en que las dice parece hacerlas irrelevantes. Definitivamente, no es la niña que se perdió en palacio. La semivaru a madurado mucho.
—¿Y que tal tú? ¿Has venido sola?
—Mi vida es muy aburrida aquí en palacio. Y sí, supuestamente mi compañero era el príncipe Kerion, pero me ha dejado plantada para bailar con cortesanas.
—Chicos…
Las dos nos empezamos a reír. Nos tiramos un buen rato charlando y poniéndonos al día, y en poco tiempo se hace medianoche. Garin.
—¿Me disculpas un segundo? He de hacer una cosa.
—Claro.
Miro a todos lados, no puedo permitir que nadie me siga. Cuando estoy fuera de la vista de todos, camino apresuradamente hacia mi alcoba. A la vez que cierro la puerta, una figura encapuchada entra por la ventana abierta.
—¿Tanto me añorabas para ser puntual?—le pregunto a Garin en broma.
—No te hagas ilusiones. Que conste que no es de mi agrado tretapar por el castillo.
—¿Ni siquiera para verme?
—Umm… me lo pensaré.
—No hagas que me arrepienta de haber dejado que entrarás a hurtadillas en mi habitación.
—Disculpe princesa.
Nos empezamos a reír sin poder parar.
—Te he echado de menos—dice mirándose los pies.
—Pero si sólo hace dos días que no nos vemos…
—Cada minuto que pasamos separados es una tortura.
—Ja, ja. Muy gracioso, galán.
Por un segundo veo algo que no esperaba en la cara de mi amigo: decepción.
—Bueno, cambiando de tema, ¿has averiguado algo más?
—Puede que le haya sonsacado un poco de información al príncipe de Dingra. Según he oído, Ashran está planeando hacerse con el Sur, que todavía se resiste. Kerion se encargó de restregarme sus lealtades por la cara.
—Cretino…
—Si no te conociera diría que estás celoso.
Él se sonroja
—¿Celoso, yo?
Antes de que pueda decir nada más, sin previo aviso le beso los labios suavemente, algo que me sorprende hasta a mí.
—¿A que viene este cambio tan repentino?
—Puede que yo también te haya echado de menos...
—Me gusta la nueva Ailish.
—Puede que en realidad yo no haya cambiado, si no que me haya percatado de cuán fuertes son mis sentimientos hacia tí.
—¡Ya era hora! Te estaba costando sucumbir a mis encantos.
—Anda, calla.
Ahora es su turno de besarme. Me besa con infinita dulzura, y me hace pensar que mi vida antes de conocerle no había tenido ningún sentido.
Pero algo falla. Nuestro momento se acaba cuando oímos unos pasos procedentes del pasillo que se acercan hacia aquí.
—Deprisa, escóndete
Garin corre a esconderse bajo la cama. Yo me acerco al tocador y me siento en la silla mirándome al espejo. Entonces alguien llama a la puerta.
—¿Princesa Ailish?—dice Kerion abriendo la puerta.
—¿Qué desea, Kerion?
—Os ausentasteis de la fiesta y estaba preocupado.
«Seguro…»
—Sólo estaba arreglándome. ¿Acaso una dama no puede ausentarse a su habitación?
—Oh, claro que sí. ¿Podría acompañaros de nuevo a la fiesta, princesa?
—Si no hay más remedio…
Me levanto del tocador y salgo tras él. Antes de cerrar la puerta le lanzo una mirada significativa a Garin, como diciéndole “ya hablamos luego”.
Sigo a Kerion a través del pasillo. Antes de llegar a las puertas del Gran Salón se para y se me acerca.
—Princesa Ailish...—dice mientras se me acerca más.
—¿Si, Kerion?
—¿Sabes? Es sorprendente que una dama como tú aún no esté… comprometida.
Ay, Dioses… Ya sé por dónde van los tiros, y esto no me gusta. Retrocedo un paso, pero él se me acerca más. Nuestras narices casi se tocan.
—Kerion…—intento pararle, pero no me hace caso.
—Desde el momento en que os vi he deseado que seáis mi Reina
Entonces sus labios rozan los míos, y en un acto reflejo le pego una bofetada. Retrocede un paso asustado, tocándose la cara dolorido.
—¿Qué…?
—Nadie, repito nadie, intenta cortejarme, y menos a la fuerza. Ahora, si me permites, tengo un baile al que asistir sola.
Me giro y entro por la puerta, dejando a tras a un Kerion bastante confuso y ofendido, y con la mejilla roja.

Lazos de traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora