Cuando invadimos la fortaleza los rebeldes ya habían escapado, sin embargo lograron localizarlos de nuevo, huyendo hacia el centro del bosque.
Los dragones, mientras tanto, siguen luchando contra nosotros. Es cuestión de tiempo que los derrotemos, de los once que había al principio ya sólo quedan siete.
Pero no es eso lo que más me preocupa.
No puedo evitar bajar la vista de nuevo, intentando localizar al rey, pero mi esfuerzo es en vano.
Veo entonces tres sombras volando con rapidez. El primero es un dragón herido perseguido por un shek y detrás de este otro dragón, uno grande y dorado que hace que me hierva la sangre. Me dirijo hacia ellos rápidamente.
Pero antes de poder acercarme lo suficiente, el primer dragón cae con gran estruendo sobre los frondosos árboles de Awa. Sonrío para mis adentros, ahora solo faltan seis.
De repente, de entre los árboles aparece una enorme bola de fuego, que golpea al shek en un ala. La serpiente chilla y se vuelve hacia esa posición rápidamente.
Desciende entre los árboles, pero no logra llegar hasta los atacantes porque la maleza es demasiado intrincada y densa. Remonta el vuelo de nuevo y se aleja de allí.
Vuelvo a recorrer las lindes del bosque con la mirada, sin apenas esperanzas. Pero entonces me fijo en un grupo de szish y humanos que cruza el río en persecución de los rebeldes y veo a Amrin.
Mi primer impulso es dirigirme hacia él, pero me lo pienso dos veces.
«Debes centrarte» me digo a mi misma. Sacudo la cabeza y vuelvo la vista hacia la fortaleza, que ahora está en completo silencio.
La voz de Ziessel interrumpe mis pensamientos:
«Es el momento—sisea».
Alzo el vuelo, preparada para atacar el bosque. Y entonces los sheks de mi alrededor comienzan a rozar las copas de los árboles, y yo los imito.
Los árboles se cubren con una capa de escarcha, la temperatura del bosque pronto había bajado.
Lanzo un grito de emoción mientras me siento una maraña de hielo en el aire. Los demás sheks me imitan, disfrutando del sufrimiento de los feéricos.
Cuando ya he acabado mi ronda procedo a ver cómo están las cosas en tierra, sin atreverme a adentrarme mucho en el bosque, por miedo a encontrarme con Amrin... o lo que pueda quedar de él. Así que decapito con Glorilithic a todos los feéricos que encuentro, intentando no pensar en todas las vidas que estoy destrozando. Pero... es lo correcto, ¿no?
Estoy enzarzada en una pelea con una dríade cuando una voz inunda mi mente: mi padre y rey de los sheks, Zeshak.
«Ziessel es nuestra nueva reina. Seguid a Ziessel. Ziessel es la nueva heredera de Shaksiss, Ziessel es la señora de todos los sheks. Seguid a Ziessel. Seguid a Ziessel».
La voz se va apagando poco a poco, cada vez habla más bajo hasta que desaparece por completo.
Una ligera sensación de tristeza recorre mi cuerpo. El rey ha muerto; mi padre ha muerto. Pero por otra parte no me resulta tan doloroso, al fin y al cabo nunca le he llegado a tener verdadero aprecio.
Alejo esos pensamientos de mi mente, pues Zeshak no merece que malgaste el valioso tiempo lamentando su circunstancial muerte. Él, como siempre había hecho, me incitaría a alejarme de las emociones y a seguir con una calma determinada. Y eso hago.
En poco tiempo, los sheks ya nos hemos reorganizado. La mitad de nosotros acompañaría a Ziessel a la torre de Drackwen mientras el resto continuaría luchando. Yo formo parte de este último grupo, no puedo marcharme del bosque, no puedo dejar solo a Amrin. Así que vuelvo a sumirme en el trance de atacar y matar sin pensar en nada más. Mi instinto toma posesiones de mi cuerpo.
Pero entonces veo con el rabillo del ojo una luz rojiza que se va haciendo más y más grande. Me vuelvo de forma amenazante lista para recibir cualquier tipo de peligro, pero lo que veo hace que se me encoja el corazón.
Un gran anillo de fuego cubre el cielo, matando a todos los sheks de los alrededores, cada vez se acerca más a mi.
Así que desciendo en picado arrasando con los árboles. Intento controlar mi transformación y aterrizo estrepitosamente en el bosque. Pero cuando pasa la adrenalina del momento empiezo a notar un fuerte entumecimiento seguido de dolor en los brazos. Largas quemaduras por todo el cuerpo. Pego un grito de dolor e intento alcanzar a Glorilithic, pero me duelen tanto los brazos que no logro sostenerla y me caigo. Me siento débil e inútil.
«Por lo que más quieras estupida shek, muévete.»
Me levanto a duras penas, maldiciendo para mis adentros. Arrastro el arma por el suelo, ignorando el intenso dolor en mis extremidades. Doy un débil paso, otro. Pero al intentar avanzar de nuevo las piernas me fallan y caigo al suelo de nuevo.
Mi vista se nubla, y finalmente todo se vuelve negro a mi alrededor.
ESTÁS LEYENDO
Lazos de traición
FanficEsta es una historia de fantasía, inspirada en el maravilloso mundo de Memorias de Idhún. La historia transcurre a la par que la saga original, solo que contada desde los puntos de vista de otros personajes. Esperamos que os guste. Iremos publican...