I. Keress

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Año 1453 de la Cuarta Era

Vivir a la sombra de tu hermano es lo peor, y sobre todo si eres la mayor. Eso es lo que pasa cuando te usan de conejillo de Indias: la gente te ningunea, y más si tu hermano es el favorito de padre.
Cuando era pequeña, me utilizaron para intentar crear un híbrido, mezcla de alma shek y humana. Eso es lo que soy: un simple experimento. Al ver que la fusión funcionó, intentaron volver a hacerlo con mi hermano, así nació el famoso Kirtash.
Ahora que mi hermano no está, tengo la oportunidad de convertirme en la favorita de padre. Por eso, me dirijo al palacio de Vanissar, donde me han asignado una misión: vigilar los pasos del rey Amrin.
Llevo horas volando sin descanso, es un viaje largo ya que Drackwen y Vanissar no están precisamente cerca. Estoy muy cansada, pero la emoción me puede y sigo volando, sin detenerme.
Poco después, llegó a la frontera entre Vanissar y el territorio de los Shur-Ikail, donde empiezo a ver pequeños poblados y riachuelos. Pero al llevar un rato admirando las vistas, empiezo a notar un sentimiento de odio familiar e indescriptible.
Y en ese momento lo veo: un enorme dragón azul marino, casi tan grande como yo. Intento controlarme, pero el odio es demasiado intenso y me lanzo al ataque, a toda velocidad. El dragón no me ha visto aún, así que tengo una cierta ventaja sobre él. Cuando ya estaba a pocos metros de él, éste lanza una llamarada que logro esquivar por los pelos. A continuación, me intento deslizar entre su cuerpo, y consigo darle un abrazo, cada vez apretando con más fuerza. «Este es un principiante», pienso.
Tras varios minutos forcejeando, decido acabar con él, haciéndolo añicos. Ahora solo era una simple construcción de madera con alas.
Continuo dirigiéndome hacia el norte, y afortunadamente, no me cruzo con ningún otro dragón tripulado. Aunque sí con algunos pájaros molestos.

Tras varias horas más de viaje, finalmente llegó a Vanis, la capital de el Reino de Vanissar. Mientras sobrevuelo el castillo para poder aterrizar, veo grupos de hombres-serpiente patrullando por toda la ciudad y asustando a los lugareños. Me gusta pensar que los sangre calientes se lo tienen merecido, y aunque los szish son algo crueles, no siento lástima por los humanos.
Aterrizó en el patio delantero, donde una guardia szish me recibe. Los humanos se han quedado absortos al verme, pero en cambio a los szish les parece totalmente normal.
—Bienvenida, ssseñorita Keressss—,dice uno de los szish, mientras me habre la puerta.—La están esperando.
Me dirijo hacia la sala del trono y por el camino veo patrullas de szish y de humanos, estos últimos parecen alucinados al verme, como si fuera un ser superior. Eso me reconforta.
Finalmente llego a la Sala del trono, y al entrar veo a un joven que ronda los treinta años, no muy alto, de cabello castaño ensortijado y ojos oscuros: Amrin de Vanissar, hijo del rey Brun, heredero al trono de Vanissar.
A la derecha de éste había una joven, probablemente unos años mayor que yo, que parecía enfadada, y que de vez en cuando miraba a Amrin con odio. Probablemente sería su hermana, la princesa de Vanissar.
Y al otro lado del rey esta Eissesh, el shek que se encargaba de aconsejarlo. Me dirige una mirada y al segundo oigo una voz susurrante en mi mente: «Bienvenida, señorita Keress. Este es Amrin, rey de Vanissar» El rey asintió.
—Hola—dice, solamente.
«La joven a su derecha es la princesa Ailish de Vanissar, hermana del rey» Cuando me ve, me lanza una mirada asesina y se va de la sala muy cabreada.
Todos la miramos hasta que se le pierde de vista, en ese momento noto otra voz en mi cabeza.
«Cómo sabe usted señor Amrin, Keress ha venido a vigilar y proteger a usted y a su hermana. Tendrá constancia de todo lo que hacen y me informará directamente, ¿tiene algún inconveniente?»
—Ninguno, gracias. ¿Podrías dejarnos a solas?
Me sorprende su respuesta, pero permanezco impasible hasta que Eissesh se va.
—Me gustaría decirte un par de cosas—dijo, seriamente—. Aunque no lo hayan dicho de este modo, se que has venido para vigilarme para que no traicione a los sheks, y yo no quiero problemas. Lo que quiero decir, es que se me hace incómodo tenerte aquí como si fueras mi sombra, no quiero que haya tensión, ¿entiendes?
—Lo entiendo, pero yo solo he venido a seguir órdenes y no quiero defraudar a mi padre. Solo haré lo que él me ordene, sin ninguna relación amistosa o sentimental, eso solo es una desventaja, complicaría mi misión.
Amrin se queda atónito, pero al segundo se le dibuja una pequeña sonrisa en el rostro.
—Supongo que tienes razón. Nos vemos luego. Vuelve al vestíbulo, Eissesh te estará esperando.
—Bien.
Me doy la vuelta y me dirijo hacia allí. No me imaginaba que el rey de Vanissar sería tan... joven, pero claro, su hermano mayor había muerto poco después de la conjunción astral, y él debería haber sido el heredero al trono. Cruzo las grandes puertas que dividen la sala y el vestíbulo, y examino este de lado a lado.
Eissesh me está esperando.

Me pone  al día de todo lo que tengo que saber sobre Vanissar y su gente, y me transmite lo que mi padre le ha ordenado.
«Por último, casi se me olvida», empieza a decir. «Esto es muy importante. Como te he dicho, vas a vigilar a la realeza en todo momento, y en el caso de que exista alianza alguna con los rebeldes, no quedará más remedio que matarlos a los dos».
—No hay problema—digo lentamente. —Si no hay nada más, me marcho.
«Bien».
Finalmente ordeno a una patrulla que me acompañe a mi habitación.

Si os soy sincera, no soy mucho de dormir. Suelo hacerlo un par de veces al mes, y con suerte. Pero al entrar en la habitación me entran ganas de hacerlo.
Es grande y está llena de espacio, pero sinceramente, no le falta de nada.
A la derecha de la habitación hay un enorme tocador, repleto de maquillaje y peines, con un espejo del tamaño de la ventana. Junto a este, está la cama, tan grande que podrían caber 5 personas sin ninguna dificultad. Al otro lado hay un bargueño (o escritorio) y un enorme armario de dos metros de altura. Y finalmente, una enorme lámpara de araña con joyas incrustadas colgaba del techo.
Decido acomodarme en la cama, hasta ese momento no me he dado cuenta de lo cansada que estoy, el viaje había sido largo y apenas había parado. Estoy un rato hundida en mis pensamientos hasta que finalmente me duermo.

Me despierta un grito desde la ventana, me levanto de la cama y me asomo. Veo a un hombre en el suelo, lleno de lo que parecía ser sangre. A su lado hay una patrulla de szish pidiendo orden, mientras un grupo de curiosos se arremolinan alrededor del cadáver.
—No ssse acerquen al renegado. —dice uno de los szish, al parecer el líder.
—¡Lo habéis matado sin razón!—grita alguien desde la muchedumbre.
Varias personas murmuran y asienten.
—Esss un renegado, ha intentado entrar en el cassstillo para matar al rey, merecía la muerte.
—Es injusto.
La multitud comienza a gritar y a insultar a la patrulla szish, mientras estos retiran el cadáver. Al momento, veo como un hombre se acerca al jefe de los szish mientras saca una daga de su manga, pero justo antes de clavársela en la espalda, otro de los szish consigue hundir su espada en el pecho del hombre, atravesando completamente su corazón hasta llegar a la espalda.
La gente de alrededor ahoga un grito.
—Marcharosss o sssereissss losss sssiguientesss.
La muchedumbre se dispersa murmurando y otra patrulla viene a ayudar a los szish.

Lazos de traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora