LXI | Una familia disfuncional

648 57 36
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Arrepentimiento, orgullo y culpa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Arrepentimiento, orgullo y culpa. Una combinación que puede resultar fatal.

Arrepentimiento y culpa eran lo que ambas mujeres sintieron tras su discusión, y orgullo aquello que les impedía ir la una al encuentro de la otra.

Aquella noche ninguna de las dos concilió el sueño, y tampoco hicieron nada por intentarlo. Anastasia se mantuvo sentada en la arena hasta que el sol salió, y Zulema se dedicó a observarla entre las sombras, preguntándose qué era lo que realmente había pasado para llegar a esa situación.

¿Celos, tal vez? Miró su dedo desnudo y se maldijo a sí misma por ese estúpido impulso de lanzar el anillo lejos de ella. Cuando vio por el rabillo del ojo como la rusa se incorporaba, regresó al hotel, dispuesta a evitarla el resto del día.

Tassia vagó en silencio hasta su habitación, donde comprobó que las cosas de Zulema ya no estaban. Sin querer darle muchas vueltas entró en el baño, donde se mantuvo bajo el chorro de la ducha hasta que su piel se tiñó de un doloroso color rojizo.

Se vistió con lo primero que encontró y con dos profundas ojeras decorando sus ojos, bajó a desayunar. Mentiría si dijera que no le costó llegar hasta el comedor. Sus manos temblaban y sus brazos realizaban de vez en cuando algún movimiento involuntario; sus pasos eran cada vez más lentos debido al peso de sus piernas, y apenas era capaz de mantener su mirada centrada.

Por primera vez en muchos años recordó las palabras que Sandoval le había dirigido: "un buen descanso es fundamental para tu enfermedad". Sonrió ligeramente ante la visión de ese hombre tan repugnante, e hizo todo lo posible por apartar esos pensamientos de su mente.

Para cuando llegó al comedor sus ganas de comer se habían esfumado, y su estómago se cerró aún más al encontrarse con la mirada de Zulema, que se encontraba sentada en la mesa hablando tranquilamente con una Sophie que parecía bastante emocionada. Anastasia la conocía lo suficientemente bien como para saber que se estaba comportando de ese modo simplemente con la intención de fastidiarla.

Hizo todo lo posible por obviarla y se sentó en el único sitio libre: frente a ella.

- Tassia, querida, tienes una cara horrible – exclamó su rubia amiga - ¿Te encuentras bien?

Prometiste quedarte {Zulema Zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora