XLVI |Una explicación pendiente

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Unos ojos verdes recorrieron el lugar con rapidez en busca de una cara conocida que no aparecía

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Unos ojos verdes recorrieron el lugar con rapidez en busca de una cara conocida que no aparecía. Llevaba casi dos días sin tener noticias de Tass, pues esta no la había vuelto a llamar, y eso empezaba a ponerle ligeramente nerviosa. Estaba distraída, y era un problema.

- Céntrate, Zulema - masculló la rubia en su oído antes de desaparecer con una bandeja llena de copas.

Soltó un pequeño bufido, cogiendo su propia bandeja y deslizándose entre la gente, ofreciéndole una copa a todo aquel con el que se cruzaba, aunque sin dejar de buscar.

La dulce voz de Mónica lo envolvía todo y Víctor Ramala se encontraba en ese momento frente a ella asintiendo con orgullo, sin llegar a imaginarse lo que estaba a punto de suceder, en parte, gracias a ella.

Tras unos cinco minutos deambulando por ahí, Zulema notó como la mirada de muchos de los presentes, especialmente las masculinas, se dirigían a un mismo punto, por lo que no tardó en seguirlas para ver de que se trataba.

En ese momento, por una de las entradas laterales del patio, una morena que conocía muy bien acababa de llegar.

Envuelta en un vestido verde botella, de seda, con una abertura en la pierna derecha y unos zapatos de tacón fino que no hacían más que realzar su figura, los ojos de la rusa recorrieron el lugar en busca de una persona.

Zulema no pudo evitar morderse ligeramente el labio, de forma inconsciente.

Vio como la rusa se detenía a hablar con un grupo de hombres que se habían acercado a ella. Por lo que la pelinegra sabía, formaban parte del grupo de vigilancia del narco, que en ese momento había dejado de prestar atención a Mónica para acercarse a recibir a la rusa él también.

Anastasia saludó a todo aquel que se acercó a recibirla. Los tres hombres con los que se encontraba hablando en ese momento eran viejos conocidos de sus múltiples viajes a casa del narco, cuando no era más que una niña.

- ¡Anastasia! - la voz de Víctor Ramala cortó la conversación que estaba teniendo en ese momento, y la obligó a girarse para recibirlo con los brazos abiertos.  

Prometiste quedarte {Zulema Zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora