LX | El destino es impredecible

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Sintiéndose ligeramente mareada ante la sorpresa, terminó apartando la mirada de la policía en un intento por evitar levantar sospechas

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Sintiéndose ligeramente mareada ante la sorpresa, terminó apartando la mirada de la policía en un intento por evitar levantar sospechas. Llevó el vaso que sostenía en una de sus manos hasta su boca, y acabó con el contenido en menos de un segundo, sintiendo un horrible ardor descender por su garganta hasta instalarse en su pecho. Paolo no perdió detalle de como la tez de la rusa se había teñido de blanco, y de como sus gestos habían cambiado por completo, pero aún así se abstuvo de hacer ningún comentario. Ya tendría tiempo de preguntarle al respecto.

- Hay una última cosa que quiero hablar con vosotros – habló la morena, dejando a un lado todas las formalidades – Dile al servicio que se vaya – le indicó a Paolo – Me gustaría hablarlo en soledad – añadió – Es importante.

Sin perder el tiempo, los pocos camareros que se habían mantenido en completo silencio a lo largo de la reunión, abandonaron la sala uno a uno, siendo Helena la última en salir, sintiéndose bastante extraña tras su reencuentro con la rusa. Un reencuentro que no fue ni planeado ni esperado.

La susodicha, mientras tanto, se mantuvo en completo silencio con la vista clavada en su vaso vacío. Cuando la puerta se cerró, indicando que ya todos se habían ido, levantó la mirada. Los fue mirando uno a uno, entrecerrando los ojos ante la posibilidad de que alguno de ellos hubiera hecho un trato con la policía. Se encontró de vuelta con miradas afables, pero también miradas de rencor. Rencor por parte de aquellos hombres que no se podían hacer a la idea de que una mujer se hubiera salido con la suya.

- Sé que todos los aquí presentes somos conocedores de la situación del señor Berlini – empezó a hablar con calma – Me veo en la obligación de preguntar si alguno de vosotros tiene algo que ver – hizo una pequeña pausa a la espera de que alguien hablara, pero no fue el caso – Bien, dándoos un voto de confianza, y esperando que realmente nadie aquí haya traicionado a la mafia, me gustaría pediros ayuda – suspiró – De parte de los hermanos Berlini – señaló a Paolo – Para que colaboréis en el rescate de su padre.

- Lo siento mucho por el señor Berlini – habló uno de los que se encontraban más alejados en la mesa – Pero no es nuestro problema. Cada uno de nosotros tiene problemas y responsabilidades a las que enfrentarse dado a nuestra posición. Bastante nos hemos arriesgado viniendo aquí. No correré más riesgos por él. Y tú – señaló a la morena – Deberías hacer lo mismo.

Prometiste quedarte {Zulema Zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora