XVIII | Un cumpleaños sin celebración

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Cuando Anastasia sintió como Helena y Susana se quedaban dormidas, se deslizó por las sábanas para bajar de su cama e ir a la de la mora, que observó todos sus movimientos en silencio

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Cuando Anastasia sintió como Helena y Susana se quedaban dormidas, se deslizó por las sábanas para bajar de su cama e ir a la de la mora, que observó todos sus movimientos en silencio.

- Dime, Zulemita – habló una vez se tumbó a su lado - ¿Ya se te ha pasado ese ataque de celos que te invadió por la mañana?

La pelinegra bufó.

- ¿Qué quieres, Anastasia?

- No te hagas la dura llamándome así – la rusa se acomodó en el colchón, pegando el cuerpo al de su compañera, que tuvo que apartar el pelo de esta, ya que cayó de lleno en su cara – Que yo bien sé que me echabas de menos.

- Lo que tu digas – murmuró con falso desinterés, pues rodeó la cintura de la morena con su brazo para agarrarla con fuerza - ¿Qué es eso tan importante que me tenías que decir? – habló en su oído, sonriendo al sentir como el cuerpo de Tass temblaba ligeramente.

- Hoy ha venido a verme mi hermano – respondió en un susurro, todavía de espaldas a ella – Antes de que preguntes, no, no es mi hermano de sangre. Es una especie de hermano adoptivo.

- ¿Cómo Dima?

- Algo así – asintió – Sólo que la relación con este es un poco menos... Agradable – añadió, recordando todas las veces que habían estado inmersos en peleas el uno contra el otro. Se giró ligeramente y al encontrarse con la mirada interrogativa de Zulema, le explicó – Una vez me rompió el brazo y, como venganza, yo le pegué un tiro en la pierna. Algo sin importancia – sacudió la mano.

La mora se dio cuenta de que aquella mujer que tenía entre sus brazos era una auténtica caja de sorpresas. O una bomba de relojería, dependiendo de como se mirase.

- ¿Qué quería? – preguntó entonces.

- Quería... - antes de responder se movió, para quedar cara a cara con la pelinegra – Que me fuera de aquí. Vino a buscarme para sacarme de la cárcel.

- ¿Qué le has dicho? – preguntó con un hilo de voz.

- Que no tenía pensado irme de aquí, Zulemita – respondió con sinceridad – Al menos no sin ti.

Prometiste quedarte {Zulema Zahir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora