Extra, capítulo tres

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—Hola, belleza.

Desperté sobresaltada, con el corazón latiéndome con celeridad y la respiración agitada. La voz de Pablo había sonado tan real que por los primeros segundos, dudé de que hubiese sido solo un sueño.

Tras ver a mi alrededor me pasé las manos por la cara, estaba temblando, con los sentidos alterados y un aturdimiento tan denso como el que padecí la noche anterior. Quería despejarme, luchaba por hacerlo, sin embargo, la confusión que imperaba, me dificultó llevar a cabo mi objetivo.

Tuvieron que pasar varios minutos para que mi cerebro terminase de ordenar los hechos y las ideas. Estaba en mi cuarto, en la casa de mis papás, lugar al que había llegado la noche anterior, tan alterada que no recordaba que les dije a ambos cuando aparecí sin avisarles y a mitad de la noche.

Revisé mi teléfono después de levantarme de la cama. Tenía muchos mensajes de Nicole, los cuales leí uno a uno mientras me cepillaba los dientes. Estaba preocupada por mí, por lo nerviosa que me escuchó la noche anterior y por la forma en la que hui del hospital.

La impresión que me dejó haber visto a Pablo, provocó que decidiera irme en ese instante. Mi desesperación por evitar un enfrentamiento para el que no me sentía lista, me llevó a marcharme sin ver a Lu, sin responder las llamadas de Nicole que buscaba la forma de explicarme lo que había pasado.

Respiré hondo mientras me observaba en el espejo, rememorar lo ocurrido me ponía a temblar. Contemplar la posibilidad de habernos visto frente a frente me dejaba en un estado que no podía definir. No tenía claro del todo si quería que aquello pasara, o estaba tranquila con mi decisión de evitar aquel encuentro.

Tomé un baño para despejarme del todo. Necesitaba estar completamente relajada para poder ir a visitar a Luciana, el único motivo por el que me encontraba ahí. Tras salir de la ducha me vestí con paciencia mientras organizaba mentalmente mi día.

—Cami —la voz de mi mamá sonó después del chirrido que hizo la puerta al ser abierta—. Pensé que seguías durmiendo. Tu papá vino a despedirse de ti mientras dormías y no te moviste.

—Creo que el cansancio me hizo dormir profundamente.

Me acerqué a ella para saludarla con un beso en la mejilla. El poco tiempo que compartíamos desde que me mudé a Nueva York, provocaba que fuese cariñosa con ella y con el señor que seguía molesto conmigo, por el simple hecho de dedicar todo mi tiempo a lo que él llamaba un pasatiempo estúpido.

—¿Vas a salir?

—Sí, quiero aprovechar el tiempo para estar con Lu. Está muy triste, adora su equipo, va a tener que dejar de jugar por un tiempo.

—Hay lazos que no se rompen, supongo que el que tienes con esa niña no se va a romper —asentí dándole la razón, no estaba dispuesta a alejarme de Luciana, la quería de verdad—. Antes de que te vayas ¿me podrías decir qué se supone que debo hacer con las cosas dentro de tu clóset? Sabes que odio el desorden, no podemos seguir acumulando cajas. Hay mucha que ropa que seguramente ya no usarás, y ...

—¿Qué cosas? —cuestioné con desinterés, mi reflejo en el espejo de mano me mantenía abstraída.

—Las que trajo un camión de mudanza.

Fruncí el ceño al escuchar su respuesta por lo extraño que me pareció aquel comentario. Sin perder tiempo abrí la puerta dentro de mi clóset, donde me encontré varias cajas en medio de todo, además de mi colección de bolsas que reconocí al instante. Todo aquello era lo que estaba en el penthouse de Pablo.

—¿Qué hace esto aquí? Se supone que Lucy llevaría todo a mi departamento.

Estuve a punto de llamarla, sin embargo, al asomar la vista en la caja abierta sobre mi tocador, los planes cambiaron. Saqué uno a uno los portarretratos que había en el interior, completamente impresionada. Estaban todos los que alguna vez puse por todo el departamento. Incluso una serie de fotografías que nunca enmarqué y no recordaba con exactitud donde las había guardado. Lucy borró cualquier rastro de él y yo juntos, y no supe como sentirme al respecto.

Malas Decisiones Escenas extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora