Extra, capítulo nueve

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Holis, intensas. Al final del extra dejo una parte de la conversación de Pablo y Tamara de la que se hace mensión. Besitos. 

Sus votos y comentarios son el mejor apoyo, gracias por dejarlos. 

El alcohol que se deslizó por mi garganta no me provocó ninguna reacción. Lo tomé como si fuese agua mientras mantenía el teléfono pegado a la oreja, deseando que el molesto sonido de espera dejase de sonar.

—¿Le vas a marcar de nuevo? —Asentí a la pregunta de Benjamín a la vez que volvía a presionar el botón verde—. Hermano, no te humilles más —se burló—. No quiere responderte es evidente.

—Ya veremos, voy a seguir insistiendo hasta que lo haga.

—Esto ya lo viví antes —comentó. Se acomodó sobre la silla del jardín para seguir burlándose. La estaba pasando bien a costa mía—. Ella no se va a cansar de ignorarte.

—Ni yo de insistir.

—¿Y si te relajas? Llevas todo el día con el teléfono. No eres el primero al que ilusionan así. En algún momento de la vida a todo hombre le llega una listilla que le hace creer que tiene la posibilidad de cogérsela, para luego reírse.

—Lo peor de todo es que puede imaginarla a la perfección riéndose de todo esto.

Reírme de la situación me relajó un poco, tomé asiento al lado de Benja rememorando todo lo acontecido más temprano. Apenas terminó el partido fui directo a la casa de Camila, para ir por ella. Mi entusiasmo no me hizo sospechar que se había echado para atrás. Estúpidamente supuse que su silencio obedecía a alguna resaca o al desvelo de la noche anterior.

—¿Debiste haber aprovechado la oportunidad que tuviste ayer?

—¿Qué parte de su mamá nos interrumpió no escuchaste? Amelia nos cortó el momento.

—¿No sientes qué esto es un Deja vu? Camila riéndose de ti, tú corriendo tras ella desesperado por darle... cariño —agregó unos segundos después, tras ver a su hijo acercándose hacia nosotros.

—No, lo de ayer fue completamente distinto. Ella no estaba jugando conmigo, hablaba en serio. Estaba dispuesta a todo.

—¿Entonces por qué cambió de opinión?

—Por cobarde.

—Tío —pronunció el pequeño Benja casi a la perfección.

Sonreí ofreciéndole mis brazos los que aceptó de inmediato. Estaba comenzando a decir más palabras, tío era una de ellas. Lo senté sobre mis piernas y acepté el trago que me ofrecía su papá. Necesitaba quitarme el mal sabor de boca que me dejó que Camila me plantara.

—Debiste aprovechar tu oportunidad ayer.

—¿Y qué hacía con Amelia?

—¿Se puso tímido tu amigo por tener a tu suegra en la habitación de al lado?

—No, nunca se pone tímido. Seguro es algo que a ti te pasa seguido —Benja rio conmigo, sin saber el motivo de mi carcajada—. Hasta Benja se burla de ti.

—¿Entonces por qué no lo hiciste?

—No estaba en la habitación de al lado, nos tocó la puerta. No me digas que debí esperar a que se fuera y continuar en lo mío, lo pensé, pero deseché la idea de inmediato. Camila no es discreta, nos habría escuchado.

—¿Por qué mierdas la llevaste a su casa?

—Quería ser decente, ya sé —dije al ver la expresión en su rostro—. Jamás volveré a hacer algo igual.

Malas Decisiones Escenas extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora