Extra, capítulo veintiocho

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Holis, de ante mano gracias por sus votos y comentarios. 

La voz de mamá se mezclaba con el sonido cotidiano de los cubiertos chocando con los platos. Era como un suave murmullo que no lograba arrancarme de la profundidad de mis pensamientos, en donde me había sumergido desde hacía horas atrás. Sabía que, la conversación que estaba sosteniendo con mi papá era superficial, uno plática vacía que lo único que pretendía era llenar el silencio tenso que se hacía presente cada vez que nos reuníamos. Por ello, no me esforcé por dejar ir todo lo que llenaba mi cabeza, la verdad, ni siquiera lo intenté, porque estaba convencida de que no podría.

—Calabazas rellenas para la señorita —anunció contento el mesero mostrando el nuevo platillo que ponía sobre la mesa.

—Muchas gracias, dile al chef que quiero tomarme una foto con él.

Papá arrugó el ceño ante mi entusiasmo, lo ignoré para sonreírle al mesero que se marchó con prisa.

—¿Es algún chef de esos que se hacen famosos por internet? —indagó con seriedad—. No sé porque la pregunto, seguro si lo es. Ahora ese suele ser el tipo de personas de las que te rodeas, gente sin educación que se hace famosa por soltar cuatro estupideces en internet que el resto aplaude como simios. Cuanto dinero invertido en tu educación, para que terminaras dedicándote al espectáculo que....

—Decepción —dijimos los dos a la vez. Inesperadamente, mamá bajó la cabeza para reír, le había parecido gracioso mi imitación del tono de voz del señor malhumorado que tenía frente a mí.

—¿Ahora me imitas?

—No, solo estaba adivinando lo que dirías. Te has vuelto un poco predecible —respondí mientras jugueteaba con mi comida—. No conozco al chef, papá. Quiero ser amable con alguien que lo fue conmigo. Preparó un platillo que estaba fuera del menú únicamente para complacerme.

—¿Tomarte una foto con él es un gesto amable? —mamá rio y entonces recordé como solían ser las cosas antes con ella—. Hija, no me veas así, pero tu ego crece más que tu estómago últimamente.

—Para cualquiera es un lujo tener una foto al lado de Camila —refutó papá, haciéndome recordar porque por mucho tiempo fue mi favorito.

—Él tiene razón, pero, querida madre —agregué con irónica—, una foto conmigo le garantiza mucha interacción en redes y seguidores nuevos. Cobro mucho dinero por mencionar marcas en Instagram, con él lo haré gratis.

Di por terminada mi intervención para comenzar a comer, mi estómago se había agitado por el aroma que desprendía el plato frente a mí. Tomé el cubierto y llevé un poco a mis labios experimentando una satisfacción que me hizo gemir. Debía tener una explicación científica esa necesidad de ingerir cierto tipo de alimentos que me llegaba de la nada, y el placer que sentía cada vez que conseguía comerlos.

Mis papás continuaron con su charla mientras saboreaba los vegetales de mi plato. Debí haber cancelado esa cena, pensé en ello muchas veces en el momento que me preparaba para acudir a ella, sin embargo, no me atreví a hacerlo por la frágil relación que mantenía con papá. Un desaire así, podría complicar todo.

Me llevé la copa de agua a los labios esperando que el calor que sentía en el pecho desapareciera... Como si aquello hubiese sido posible. Me encontraba llena de una calidez que no me abandonaba ni con el paso de las horas. El culpable tenía ojos verdes, un hoyuelo en la mejilla y una sonrisa capaz de ablandar hasta a una roca.

Ver a Pablo me había dejado en ese estado. Hacía días atrás, cuando supe que estaba de regreso en México, no imaginé todo lo que me produjo tenerlo cerca. Mi cerebro confundido buscaba la respuesta a todas las preguntas que no dejaban de pasar por mi cabeza.

Malas Decisiones Escenas extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora