Extra, capítulo catorce

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He estado teniendo problemas con las notificaciones, siganme así les notifica el aviso que dejó en mi muro cada vez que actualizo. Disfruten de la lectura, y llénenme de comentarios que quiero leerlas jajaja. Besos 

Apreté los brazos de Pablo guiada por los impulsos que me dominaban. Mi cuerpo se sacudía a causa del vaivén brusco de sus caderas entre mis piernas, obligándome a sujetarme de sus bíceps en medio del calor que me abrasaba la piel. Las ráfagas de aire que salían de su boca entreabierta de chocaban contra mi cara, concentrarme en mi propia respiración era complicado. Me sentía embriagada en la satisfacción que experimentaba.

Encogí los dedos los pies en un acto reflejo al placer que aumentó cuando su barba me arañó la piel, me estaba marcando el cuello con un beso largo, húmedo y provocador mientras me embestía con fuerza, provocando que me meciera con violencia sin que pudiera hacer algo para evitarlo.

La tensión en mi vientre era insostenible, era consciente de que iba a terminar resintiendo el descontrol de Pablo, no obstante, en ese instante en lo único que podía pensar era en la imperiosa necesidad de alargar aquellas sensaciones que me recorrían de pies a cabeza. La adrenalina me mantenía sumida en aquel instante.

Su jadeo me instó a contraerme, la tensión de mis músculos internos le robó un gemido que me resultó estimulante. La sonrisita descarada en sus labios me empujó a repetir la osadía, sus dedos se aferraron a mis piernas que le rodeaban la cintura mientras las venas en sus brazos y cuellos sobresalían como si el placer fuese demasiado para él.

Verlo ponerse de rodillas me llenó de expectación. Cerré los ojos percibiendo como la humedad se intensificaba en respuesta al estímulo que me ofrecía verlo así, despeinado, sudoroso, agitado. Me sujetó la cintura con fuerza para atraerme contra si con un movimiento firme y rudo que repartió placer mezclado con una pisca de dolor que intensificó mis sentidos. Me sentí liviana entre sus manos, mientras me mecía a un ritmo rápido y profundo, sin ningún tipo de dificultad.

Me sujeté de las orillas de la almohada bajo mi cabeza buscando estabilidad en medio del frenesí que nos dominaba. Mis pechos rebotaban por el movimiento, mis músculos estaban tensos. Comencé a moverme siguiendo su ritmo, sedienta de ampliar las sensaciones que me ahogaban de satisfacción. Encontré el ángulo perfecto en el que cada roce elevaba la dosis de placer que recibía.

Había prometido controlar los sonidos que salían de mi boca, sin embargo, en ese momento olvidé todo, incluso que no estábamos del todos solos. Gemí impúdicamente, reaccionando al gozo que experimentaba. Las manos de Pablo abandonaron mi cintura deslizándose hasta apretarme el trasero con fuerza, en lugar de continuar moviéndome de atrás hacia adelante, comenzó a hacerlo de arriba hacia abajo, dándome un placer escandaloso al ampliar los roces de nuestras partes más íntimas.

Eché la cabeza hacia atrás respirando por la boca al sentirme asfixiada. La sacudida interna me llevó a contraerme, a enterrar las uñas en sus brazos y a arquearme hasta pegar la cara en su pecho sudado, ahogando mis gemidos contra su piel. El placer dejó mi mente en blanco y a mi cuerpo trepidando. La tensión se diluyó poco a poco mientras la satisfacción me recorría cada terminación nerviosa.

Abrí los ojos al percibir el peso de Pablo hundiéndome sobre el colchón, lo seguía sintiendo dentro de mí, duro y palpitante. Se había encargado de llevarme al límite, mientras él, parecía seguir sediento de mí. Me besó los labios respirándome sobre el rostro a la vez que se movía lentamente hasta llegar al fondo de mí

—Mi amor, abre los ojos —su voz fue un susurro ronco y erótico. Le obedecí en el acto, ignorando el ligero ardor que me provocaba tenerlo dentro—. Mírame mientras hago esto.

Malas Decisiones Escenas extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora