Grace Sullivan:
El señor Torres estaba afuera de la oficina terminando de hablar con la señora Marga, la que, al parecer, parecía ser su secretaria dentro de esta empresa. Ya que el señor Maximiliano estaba a cargo de diez empresas, eso sin contar de las otras veinte de las cuales se hacía cargo su padre y su hermano mayor.
Miré nuevamente el escritorio en L del señor Torres y noté que todo lo que estaba sobre el lo tenía perfectamente ordenando, a excepción de un espacio que parecía tener las cosas revueltas. Así que supuse que eso era un indicador de cómo era su vida: Todo ordenado, pero siempre teniendo un rastro de desorden.
Y si eso era así, cabía la posibilidad de que pudiera hallar con más facilidad las pruebas que necesitaba para acabar con él y su familia, si es que esta estaba involucrada.
Cuando estaba por tocar un adorno que estaba en su escritorio, la puerta de la oficina se abrió e instantáneamente se escuchó la voz de él por todo el lugar, incluida la de la señora Marga que le decía que en cuanto terminará de hacer su reporte se lo daría. A lo que él agradeció antes de entrar por completo a su oficina.
Una vez estuvo en su escritorio sonrió de lado, viéndome fijamente antes de suspirar y poner una carpeta de color beige frente a mí.
—Este es el contrato, puede leerlo sin ningún problema. —Una vez dicho eso se enfocó en su computadora, dándome a entender que era su manera de darme mi espacio para leerlo sin tanta presión.
Así que abrí la carpeta que él me había dado y empecé a leer cada línea que contenía el contrato. Y aunque la paga era buena, el horario de trabajo no lo era. Ni siquiera tenía un día libre, lo cual no me gustaba porque necesitaba al menos un día para poder hacer un par de averiguaciones sobre lo que iba encontrando.
Por eso y porque necesitaba asegurarme de que mis padres estuvieran bien debido a lo sucedido.
Pero antes de poder hacer algún tipo de pregunta o decir que no estaba de acuerdo con algo, él simplemente se limitó a poner una pluma frente a mí, como asumiendo que yo estaba satisfecha con todo el contrato, cuando no era así.
—¿Podría prestarme atención aunque sea por unos diez minutos? —pregunté, notando como sus manos se quedaban quietas sobre el teclado antes de verme de reojo.
—¿Acaso no está feliz con el contrato? ¿La paga es muy baja? —cuestionó.
—La paga es más que buena. Pero no veo la cláusula donde dice que puedo tener al menos un día libre por semana. —Como si lo que hubiera dicho se tratara de un chiste, él soltó una suave carcajada antes de dejar su laptop a un lado para poder verme.
—¿Día libre? —preguntó burlón—. Yo no doy un día libre, por eso pago lo que pago —dijo como si eso fuera todo lo que tuviera que saber.
Sonreí de lado antes de negar con la cabeza, tomando mi cartera antes de ponerme de pie, dejándolo un poco confundido.
—¿Enserio necesita un día libre? —preguntó con interés al ver que ya me había alejado unos cuantos pasos de él sin decir absolutamente nada.
Me detuve un segundo para poder verlo.
—Así es.
Él soltó una leve risa, como si no pudiera creerlo.
—En todos mis años que llevo trabajando, nunca nadie puso un pero a mí contrato. Tampoco me pidieron un día libre por semana —alzó la vista—. Si necesita tanto ese día libre se lo daré —cedió—, pero se lo voy descontar de su salario.
—Por mí no hay ningún problema —dije, pues realmente no lo había ya que, aunque lo hiciera, la paga seguiría siendo más que buena.
—¿Esa es su única exigencia? —cuestionó, viéndome fijamente en espera de mi respuesta.
—La verdad, no —respondí, viendo como una tenue sonrisa se formaba en sus labios.
—Entonces hablemos sobre ello —ofreció, señalando la silla donde anteriormente había estado sentada.
Después de unos minutos donde le expuse mis otras exigencias —las cuales no eran muchas— él cedió a todas sin ningún problema. Diciendo que estás no interfería mucho en mí trabajo, a excepción de una. Una en la cual le pedía tener una hora de salida, pues mi hora de entrada era a las siete de la mañana y no podía este saliendo a las tres de la madrugada del trabajo; ya que no me daría tiempo de descansar ni de hacer nada. Así que llegamos al acuerdo de que saldría a las once de la noche. Pero que si no había mucho que hacer, podría irme antes sin ningún problema. Y si me quedaba hasta más tarde por alguna situación fuera de nuestro control, mi horario de entrada se atrasaría hasta las diez de la mañana.
Lo cual era bueno a decir verdad.
Miré el contrato corregido y sonreí satisfecha, viendo como el trataba de ocultar su sonrisa para no demostrar que le gustaba jugar al gato y al ratón.
Después de firmarlo, él miró mi firma antes de asentir con la cabeza.
—Bienvenida, señorita Sullivan —felicitó—. Ahora puede ir con Marga para que ella le expliqué su trabajo —me indicó—. Puede retirarse.
Al ver que ya todo estaba listo, sonreí satisfecha al ver como mi deseo empezaba a hacerse realidad de a poco. Lo cual me daba la esperanza y la fuerza que necesitaba para hacer todo esto, todo con tal de hacer justicia.
![](https://img.wattpad.com/cover/268713548-288-k224805.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Deseo Peligroso
RomanceMaximiliano Torres solo tiene dos reglas que debes cumplir si deseas trabajar con él. La primera: Debes hacer todo lo que él te diga que hagas sin oponerte y sin decir nada al respecto. Mucho menos preguntar la razón por la cual debes hacerlo. La...