Maratón 2/2
••••Grace Sullivan:
El lunes por la mañana me encontraba sumamente cansada, pero aún así hice todo mi esfuerzo por levantarme a buena hora para llegar a mi trabajo de forma presentable. Y una vez que estuve allí, tomé una píldora para el dolor de cabeza que me estaba matando desde ayer por la noche. Todo por quedarme hasta tarde haciendo un relajo con Gustavo y mi padre.
Que, si bien no me molestaba pasar tiempo con ellos, eso no cambiaba que por su culpa, o parte de su culpa, me había ocasionado este dolor intenso de cabeza.
Miré como Marga llegaba a su escritorio antes de sonreír en mi dirección, frunciendo su ceño al ver mi expresión que, a juzgar por la suya, no debía de ser muy buena.
—¿No dormiste nada anoche? —Cuestionó antes de buscar algo dentro de su bolso, acercándose para darme un sobre de vitaminas de esos que se disuelven en agua—. Te ves como si…
—Como si no hubiera dormido nada anoche —terminé de decir por ella, agradeciendo con una sonrisa el sobre que me había dado—. Tengo un dolor de cabeza insoportable, y no es por beber.
—Ya veo —dijo antes de que una figura en particular hiciera acto de presencia, captando nuestra atención por su fuerte tono de voz.
—Grace a mi oficina —demandó en lo que me veía de reojo, antes de sonreírle a Marga—. Que tengas buen día, Marga —dijo hacia ella antes de perderse en su oficina, haciéndome enojar un poco por la forma en la que nos trataba a las dos.
Pero a pesar de eso, tomé mi libreta y unos documentos antes de ir a su oficina, entrando luego de recibir su permiso y hallando de esa forma como estaba sentado en uno de sus sillones. Dejándome un tanto confusa al no verlo trabajar.
—¿Qué son esos documentos? —Preguntó con interés, logrando que me acercara unos pasos más a él.
—Son los informes de las otras empresas. —Expliqué, viendo como asentía con la cabeza antes de decirme que los dejara sobre su escritorio. Que los vería más tarde—. ¿Necesita algo más? —Cuestioné con duda, pues tal parecía que lo único que iba a hacer era descansar.
Pero al ver como sonreía, supe que algo tramaba.
—Tome asiento, por favor —pidió con tono amable, logrando que lo viera con extrañeza antes de hacer lo que me pedía. Pensando en que quizás estaba loco luego de lo que había sucedido esa noche.
Porque, ¿Acaso si tenía sentimientos por Miranda Fry? De ser así, este hombre de todas formas estaría loco.
—¿Tuvo un buen fin de semana? —Quiso saber, recordando quizá que me había dado estos dos días para descansar.
Asentí con la cabeza sin decir nada, viendo como él reía ante eso.
—La primera vez que nos conocimos en la oficina parecía ser alguien que tenía muchas cosas que decir. Pero ahora parece que le comieron la lengua —comentó un tanto divertido antes de inclinarse hacia adelante, apoyando sus codos sobre sus piernas y viéndome de forma pícara y burlona antes de volver a hablar—: ¿O es que acaso alguien en particular se la robó?
No necesitó decir nombres ni descripciones para que yo supiera de quién hablaba. Pues estaba claro que hablaba de su hermano mayor. Mismo con quién me había visto el día viernes y con el que, al parecer, parecía tener algún tipo de rivalidad. Así que al intuir eso, me coloqué en la misma posición que él y sonreí de forma pícara, enfocando mi atención en sus labios mientras hablaba, dejándolo callado por un par de segundos.

ESTÁS LEYENDO
Deseo Peligroso
RomanceMaximiliano Torres solo tiene dos reglas que debes cumplir si deseas trabajar con él. La primera: Debes hacer todo lo que él te diga que hagas sin oponerte y sin decir nada al respecto. Mucho menos preguntar la razón por la cual debes hacerlo. La...