34. Hombre Muerto

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Gustavo Torres:

Estaba terminando de firmar unos papeles cuando la puerta de mi oficina se abrió, mostrando así a un señor Lim con aires de superioridad.

Miré como cerraba luego de entrar y alcé mi ceja derecha al notar como dejaba sobre mi escritorio su portafolio, metiendo seguidamente sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

—¿Puedo ayudarle en algo, señor Lim? —Cuestioné, usando un tono indiferente antes de ver como una leve sonrisa aparecía en sus labios.

—Yo creo que sí. No sé si sabrás, pero últimamente me he topado con algo muy interesante —comentó, tomando asiento frente a mí.

—Algo he oído, sí —afirmé, acomodando todas mis carpetas en un solo lugar—. Pero supongo que usted se muere por contarme de ello. Así que, ¿Qué es? —Cuestioné, viéndolo fijamente a los ojos antes de que él abriera su portafolio y sacará dos sobres grandes de ahí. Dejándolos seguidamente frente a mí.

—Dales un vistazo y luego hablemos —propuso, así que abrí el primero y sonreí levemente al ver muchas fotos de Grace.

Fotos donde, sorprendentemente, se podía apreciar hasta su vida diaria.

O bueno, la poca que Maximiliano le había dejado.

Luego, viendo las demás fotos, encontré varias fotos de Grace junto a Gustavo. O Gu, como ella le decía. Y así sucesivamente hasta que en unas cuantas aparecí yo.

—¿Acaso tiene un nuevo fetiche de espiarme a mí y a mi familia? —Cuestioné, pero él solo me instó a seguir viendo el contenido del siguiente sobre.

Sobre que, cómo suponíamos, tenía algo más que unas simples fotos. Pues aunque habían fotos de lo que había pasado ese día en el apartamento de Grace, habían varios papeles con información sobre ella y sobre lo que, tanto yo como los demás, habíamos estado haciendo.

En definitiva, el señor Lim nos había estado investigando.

—¿Y esto? —Pregunté, casi como si no supiera de qué se trataba.

Él solo sonrió antes de responder.

—Sé que está niña es hermana de Geovanna Sullivan. La misma que era policía y que casi hace que tú padre vaya a prisión —suspiró—. ¿Quien lo diría? Tu hermano siendo engañado otra vez y tú padre sin saberlo. Imagina lo que haría si supiera de esto —señaló, enfocando sus ojos en mí—. O si supiera de lo que has estado haciendo a sus espaldas.

—¿Qué le hace creer eso? —Cuestioné, soltando una ligera risa antes de seguir hablando—. ¿De verdad cree que le daría la espalda a mi padre solo por esto? ¿Por la hermana de una infiltrada? —Negué con la cabeza—. Después de todos estos años usted sigue sin saber cómo nos manejamos en este mundo. Si mi padre dice que haga algo, lo hago. Si me dice que no, no lo hago. Así de simple. ¿Y usted viene a amanezarme con esto? ¿Si quiera sabe que la orden de matar a Miranda Fry vino de él? —Él no dijo nada, y aunque saber eso le sorprendía, una parte de él seguía sin poder creerlo.

Así que sonreí antes de devolverle todo, apoyando mi espalda sobre el asiento.

—Usted mismo puede ir y corroborar si lo que le digo es verdad o no. Claro que, si usted sale en una bolsa plástica negra directo a la morgue, solo recuerde que yo se lo advertí —me levanté, tomando mi saco en el proceso—. Que tenga buena tarde —deseé antes de salir de allí, sintiendo como mi mano temblaba de la impotencia.

Porque si ese malnacido le hacía algo a Grace, de verdad iba a matarlo.

No. Mejor dicho, él ya era hombre muerto.

Deseo PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora