Grace Sullivan:
Estaba sentada en mi cómodo sillón mientras veía la foto de mi hermana reposar sobre la mesita del centro de la sala. Esperando de igual forma que Gu viniera y me dijera que no estaba alucinando. Pues aún no creía que realmente ésta fuera la foto que yo misma había colocado sobre su féretro.
¿O es que era una copia? Pensé, pero rápidamente recordé que solamente yo tenía esa foto. Así que no podía ser una copia. Debía ser la original. La que yo misma había sostenido esa noche…
Desvíe la vista antes de tomar mi móvil y escribirle a Gustavo si ya venía o no. Recibiendo un mensaje que decía que estaba subiendo por el ascensor. Así que dejé mi móvil sobre el sillón y comencé a morderme las uñas de mi mano derecha, sintiendo eternos los segundos que pasaban.
Hasta que finalmente mi amigo llegó.
—¿Qué es eso tan importante como para que haya tenido que mentir diciendo que estaba enfermo? —Fue lo primero que preguntó al verme, quedándose a medio camino al ver lo que estaba sobre la mesita del centro—. ¿Esa es…? —Comenzó a decir, pero se quedó callado antes de caminar hasta la mesa y tomar la foto, viéndola como si aún no pudiera creerlo—. ¿Cómo…?
—Mi jefe la tenía en su escritorio —expliqué, ganando así su atención.
—¿Qué? —Dijo incrédulo, como si no pudiera creer que eso fuera así.
Pero seamos honestos, ni yo lo había creído. Pero viéndolo ahora a él y su reacción por ello, sabía que mis ojos no mentían. Pero de todas formas seguía teniendo la misma interrogante: ¿Por qué rayos él tendría la foto y cuándo jodidos la tomó?
—Espera, estamos hablando del mismo Maximiliano Torres para el cual trabajas, ¿Cierto? —Preguntó, aún creyendo que estaba entendiendo mal lo que le decía.
—Sí, Gustavo. Mi jefe la tenía en su escritorio. ¿Sabés lo que significa eso?
—Que es un completo loco —dijo sin más, dejando la foto donde anteriormente estaba.
—Significa que él fue al velorio y, quizás, al funeral —solté sin más, viendo como él soltaba un largo suspiro antes de sentarse junto a mí.
—Ambos sabíamos que esa era una gran posibilidad. Digo, hay locos a los que les gusta tener trofeos —me miró—. Tú jefe parece ser uno de ellos.
—Quizá —cedí, porque hasta yo había pensado en eso luego de haber pensado en que quizá sentía remordimiento por lo que hizo o que había tenido sentimientos hacia ella.
Lo cuál era ridículo porque, si tenía sentimientos por ella, ¿Por qué la llevó al borde de la muerte?
—Por alguna razón siento que alguien nos observa —soltó, enfocando su atención en mí luego de decirlo y mientras se rascaba su brazo derecho; mostrando que se sentía un tanto incómodo.
Miré hacia la ventana y fruncí el ceño, pues vivíamos en un edificio de quince pisos de alto y era poco probable que alguien nos viera por la ventana de nuestro piso. Pero al ver que Gustavo seguía con la misma incomodidad, preferí que fuéramos hacia el baño. Pues allí claramente nadie podría vernos.
Y una vez que él se acomodó sobre la tapa del inodoro, me coloqué dentro de la bañera y suspiré. Viendo la foto de mi hermana que ahora estaba entre mis manos.
—¿Crees que al menos ella es feliz ahora? —Pregunté de la nada, esperando que él respondiera.
Pero al verlo, noté su ceño fruncido. Lo que demostraba que no estaba seguro sobre qué decir.
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Deseo Peligroso
RomanceMaximiliano Torres solo tiene dos reglas que debes cumplir si deseas trabajar con él. La primera: Debes hacer todo lo que él te diga que hagas sin oponerte y sin decir nada al respecto. Mucho menos preguntar la razón por la cual debes hacerlo. La...