21. Problema (Maratón 2/4)

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Grace Sullivan:

—¿Qué haces aquí, Gustavo? —Fue lo primero que preguntó mi jefe una vez que notó la presencia de su hermano mayor. 

Miré a mi jefe por un segundo antes de seguirlo al interior de la suite, cerrando la puerta detrás de mí para luego escuchar cómo el señor Gustavo hablaba con entusiasmo y bastante euforia.

Como si realmente estuviera feliz de vernos. 

—¿Qué puedo decir? Los extrañaba —dijo, dándole un pequeño sorbo a su jugo de piña. 

Sonreí ante eso y luego noté como sus ojos se posaban en mí, dándome una mirada de picardía antes de volver a hablar. 

—Me gusta tu atuendo, pero realmente esperaba verte en shorts —comentó, logrando que alzará una ceja en su dirección. 

Porque, ¿Acaso podía ser más idiota? 

—Creáme que si sigue con esos comentarios fuera de lugar, lo único que verá será mi puño yendo directamente hacia su fea cara —aseguré, desviando la vista de él para ver cómo mi jefe sonreía luego de escuchar mi respuesta. Cosa que por alguna extraña razón me gustó—. Imagino que cada uno tendrá su habitación, y como también supongo que ustedes dos tienen cosas de las cuales hablar, me tomaré el atrevimiento de elegir mi habitación. 

Y sin esperar una respuesta por su parte, me dirigí hacia el pasillo donde estaban las habitaciones. Eligiendo la que estaba al principio del pasillo pues intuía que sería mejor quedarme allí que en las de al fondo. Así que una vez que entré, dejé mi maleta junto a la puerta y caminé hasta la cama, dejándome caer sobre ella para sentir lo suave del colchón. 

«Esto es la gloria» Pensé antes de cerrar mis ojos, sintiendo como poco a poco empezaba a quedarme dormida. Hasta que dieron las tres de la tarde y alguien llamó a mi puerta, consiguiendo que me levantara de la cama para ver de quién se trataba. 

Y al ver que era mi jefe, lo dejé entrar. Pues el piso estaba frío y mis pies estaban descalzos y lo que menos quería era agarrar un resfriado por un pequeño descuido. Por lo que me senté en mi cama mientras lo escuchaba hablar. 

—En dos horas tenemos una reunión en el restaurante del hotel, así que póngase un vestido cómodo y bonito y reunase conmigo en una hora y media —miró su reloj—. Mejor que sean a las cinco menos veinte —rectificó, saliendo de mi habitación luego de notar como asentía con la cabeza. 

Miré mi maleta luego de eso y suspiré, levantándome del colchón de la cama para poder tomar un baño y así estar lo más fresca posible durante el resto del día. Pues por alguna razón intuía que algo estaba por suceder. 

(…)

A las cinco menos veinte estaba en la puerta de la suite esperándolo, sintiéndome un poco fastidiada al ver cómo el tiempo transcurría y él simplemente no salía de su habitación. Pero antes de que pudiera ir hasta allí y decirle que ya era hora de irnos, la puerta de la suite se abrió y por ahí apareció mi jefe. Vistiendo unos hermosos pantalones color beige junto a una camisa de manga corta al estilo hawaiano que combinaba perfectamente con mi vestido. 

Miré como él alzaba una ceja en mi dirección mientras sonreía de lado, aprobando de esa manera mi atuendo antes de pedirme que lo siguiera. Lo cual hice en completo silencio hasta que estuvimos dentro del ascensor. 

—Hay dos cosas que debe tener en cuenta esta noche —habló, viéndome de reojo antes de continuar hablando—. Las personas con la cuáles nos reuniremos son amigos de mi… Prometida —dijo, casi como dudando en si debía llamarla así o no. Lo cual me causó curiosidad y sorpresa pues había creído que ellos ya no seguirían con el compromiso. Pero al escucharlo decir eso, supe que me había equivocado—. Lo segundo es que lo más probable es que ella también este rondando por aquí. Así que por favor, si en algún momento cuando estemos separados la mira, evitela. Pero si es inevitable el encuentro, no dude en defenderse. ¿Quedó claro? —Interrogó, pero a juzgar por su expresión, supe que había entendido la mía. 

La cual era una de determinación. Pues jamás dejaría que alguien me pasara por encima. Mucho menos una mujer celosa que no era capaz de ver más allá de sus narices. Pero a pesar de eso, quise creer que toda la reunión se llevaría en completa paz. Claro que, con lo que no contaba, era con que esa persona fuera parte de la reunión. Porque si ella estaba involucrada, eso solo podía significar una cosa:

Problemas.

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