31. Geovanna Sullivan PT. 1

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Geovanna Sullivan:

Para nosotras papá siempre había sido nuestro héroe. Nuestro protector o lugar seguro, pero eso solo había sido todo un engaño creado por él.

Estaba cansada de tener que fingir ante Grace, ante mamá y ante él. Aunque sabía que él me estaba vigilando desde que se enteró que iba a entrar a la academia de Policía. Porque por alguna razón parecía odiar que su hija quisiera ser policía en vez de seguir con su legado.

Pero, ¿Realmente esperaba que siguiera con todo eso?

Negué con la cabeza en cuanto Gustavo entró a la habitación y sonreí al ver su cabello corto, sabiendo que solo se lo había cortado porque Grace le había dicho que parecía un vagabundo con el cabello largo y mal arreglado.

¿Pero qué podía esperar de dos aspirantes a policía?

—Al final lo cortaste —comenté, terminando de guardar mi arma debajo de mi cama.

Él solo se encogió de hombros y se sentó, viéndome fijamente.

—¿Aun no le dices nada a Grace? —Cuestionó al ver que, tanto mi arma como mi uniforme de la academia, no estaban a la vista.

—No —respondí, suspirando antes de ponerme de pie—. Papá me dijo que no dijera nada.

—¿Y desde cuándo tú le obedeces a él? —Quiso saber, cruzándose de brazos antes de alzar una ceja hacia mí.

—Desde que amenazó con llevarse a Grace —dije, pero lo cierto es que la razón era otra.

Pero Gustavo no se quedaría quieto de saberlo.

—¿Sabes? Siempre admire a tu padre. Pensaba que su empresa no estaba involucrada con personas malas y corruptas —suspiró—. Estoy seguro de que ahora lo que tiene es miedo. Porque quizá no sabe cómo salirse de ahí sin que les perjudique a las dos.

Lo miré. Frunciendo mi ceño antes de pensar en eso, pero negándome a sentir pena por él.

—Él se lo buscó —dije, pero lo cierto era que una parte de mí, la que aún admiraba ciegamente a mi padre, temía que algo malo le pasará—. Cómo sea, papá me ha dicho que le acompañe esta noche a una cena.

—¿Y vas a ir? —Asentí con la cabeza y él se levantó de un solo, caminando hasta mi clóset para poder ver toda mi ropa.

Y al darse cuenta del tonto vestido que tenía guardado, lo sacó. Sonriendo antes de decirme que, quizá, lograría encontrar algo genial durante esa cena.

Y lo cierto es que sí lo encontré.

Deseo PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora