—Jessica... —me pareció oír mi nombre, pero tenía tanto sueño—. ¡Jessica, despierta!
Abrí los ojos. Rebecca estaba arrodillada encima de mi cama, con una gran sonrisa en la cara. Me froté los ojos y me incorporé.
—¿Qué hora es? —le pregunté, y me salió un bostezo.
—Son las ocho de la mañana, si no nos damos prisa, nos perderemos el desayuno.
—Está bien... —suspiré y me levanté aún medio adormilada. Me dirigí al baño casi por inercia.
—¿A qué hora volviste anoche? —me preguntó Rebecca desde fuera del baño, mientras yo hacía mis necesidades.
—Mmmm... —traté de recordar—. Creo que a las seis...
—¡Jessica! ¡No has dormido nada! —entró en el baño con su neceser.
—No pasa nada, ya dormiré en la hamaca—me metí en la ducha para despertarme.
—Pobre Tom, deberías haberle dejado dormir...
—Fue idea suya —repliqué—. No te preocupes por él, seguro que le dan el papel —me asomé por la mampara—. Es muy bueno.
—O está muy bueno —rió Rebecca.
—¡Oye! —le grité—. Estás hablando de mi chico.
—Perdón por tener ojos —rió de nuevo.
—Pues ponlos en otro.
—Lo haría... si me presentaras a ese «otro» —me replicó, y yo puse los ojos en blanco.
—Lo sé Rebecca... Cuando volvamos, Tom también te lo ha prometido.
—De él sí me fío.
—¡Rebecca! Te has levantado peleona —reí.
—Será el calor —me dijo, y salió del baño.
Un par de horas después, estábamos en las tumbonas de la piscina del hotel. Nos encontrábamos tan cansadas por el viaje y por haber dormido pocas horas—sobre todo yo—, que preferimos disfrutar esa mañana para relajarnos. Ya tendríamos tiempo de hacer turismo los siguientes días. Aunque, sinceramente, preferíamos estar todo el día al sol, dado que en Londres el clima era tan distinto. Era increíble estar a más de 20 grados en pleno diciembre.
Rebecca estaba leyendo un libro, y yo aproveché para tratar de dormir un poco. Me puse los auriculares con música relajante y cerré los ojos. Podía acostumbrarme a eso, el calor del sol sobre mi piel, esa paz que sentía en aquel momento. La vida sería perfecta si pudiese hacer eso siempre que quisiera, lejos del frío de Londres...
Entre la vigilia y el sueño, me sobresalté cuando caí en la cuenta que aquella sería la última vez. Noté el pulso acelerado y me incorporé. ¿De verdad quería renunciar a aquello tan pronto? ¿Quería perderme tantas cosas por vivir que ni siquiera había experimentado por convertirme en vampiro?
—Jessica, ¿te encuentras bien? —Rebecca me miraba desconcertada.
—Eh... sí, sólo ha sido un mal sueño —mentí.
—¿Quieres tomar algo?
—Sí —acepté—. Creo que me vendría bien.
Mientras Rebecca se dirigía al chiringuito, intenté tranquilizarme. Era yo la que tenía tantas ansías de estar con Tom que quería ser como él. Recordé todas sus palabras tratando de persuadirme para que no me convirtiera, o al menos para que no tuviera prisa. Pero estaba tan cegada por la brutal atracción que sentía que no me percataba de todo lo que perdería. Todavía no estaba preparada para aquello...
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Eternamente tuya
FanfictionJessica es una actriz de teatro que trabaja como camarera a la espera de encontrar el papel de su vida. En su último casting, coincide con Tom, un actor más experimentado que seducirá a Jessica sin que ella pueda hacer nada para evitarlo. Sin embarg...