Me aseguré de que la cocina estuviera perfectamente limpia antes de salir del pub. Incluso hice una foto y la envié al grupo del trabajo de Whatsapp, para que no hubieran más confusiones: «Todo listo, para que mañana no podáis decir que la cocina no estaba limpia», adjunté junto con la imagen.
Cogí mis cosas, apagué todas las luces, y me dirigí al bar de copas donde Tom me estaría esperando. Aquella vez, preferí que no me esperara mientras terminaba de limpiar, pues además de no poder concentrarme, prefería ser discreta con Matt, que podría llegar a sospechar algo si se volvía a quedar después que todos se hubieran ido; e incluso pensar que la noche anterior no había hecho mi trabajo por irme con él —al igual que había creído Rebecca.
El bar no estaba muy lejos, así que no tardé mucho en llegar. Entré y le busqué con la mirada. Estaba medio vacío, y en una mesa apartada, él me estaba esperando, con un whisky. Me acerqué y me senté a su lado.
—Hola otra vez —me dijo, con una seductora mirada—. ¿Te pido algo?
—Creo que esta noche no, no quiero terminar de nuevo con resaca...
—¡Vamos! Si estamos de celebración —me guiñó el ojo—. Tenemos que brindar por nuestra inminente relación laboral.
Antes de que pudiera responder, se levantó de su asiento y se dirigió a la barra. Yo no podía dejar de mirarle el trasero, y de imaginármelo desnudo. El calor empezó a subirme, y aparté la mirada para serenarme. Cuando volví a mirar, él estaba observándome, y riendo. «Parece que me leyera el pensamiento», pensé, mientras me ruborizaba y de nuevo giraba el rostro. A los pocos minutos, Tom volvió con mi copa y se sentó.
—Te he pedido un Daiquiri, como ayer tomabas ron...
—Gracias —dije, y él levantó su copa para que brindáramos. Lo hicimos y después le di un sorbo a la bebida. Estaba muy rica—. Tom, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro.
—¿Cómo es que eres tan amigo del director? —puso cara de no entender la pregunta—. Quiero decir, ¿cómo es que te hace tanto caso, si ayer la prueba me salió de pena? —rió mientras me miraba profundamente.
—En primer lugar, no soy tan amigo del director —paró para beber un trago—, y en segundo lugar, no te salió tan mal, sólo estabas algo nerviosa.
—Cosa que tuvo que ver con tu presencia.
—¿Y ahora ya no estás tan nerviosa? —preguntó, poniendo su mano encima de la mía y entrelazando sus dedos con los míos.
—A veces... —con ese contacto, el corazón me iba a mil por hora, y habría jurado que él lo sintió porque se revolvió en su asiento. Se acercó más a mí.
—Me vuelve loco que se te acelere el pulso —me susurró al oído, y yo no pude evitar estremecerme. Al separarse, bebió otro trago y se relamió los labios con el líquido que aún le quedaba.
—Nunca te he visto en ninguna obra en Londres —traté de cambiar de tema, pues la temperatura estaba empezando a subir, y yo necesitaba hacerle más preguntas antes de que acabara por sucumbir, otra vez, a sus encantos —. Pero sigo creyendo que eres alguien importante porque el director se fía mucho de tu criterio.
—He estado fuera de Londres bastante tiempo.
—¿Ah, sí? ¿Dónde?
—Los últimos años los he pasado haciendo giras por París, Roma, Madrid...
—Entonces sí que debes ser un actor muy prestigioso.
—No tanto preciosa.
—Pero no te ubico en ninguna obra.
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Eternamente tuya
FanfictionJessica es una actriz de teatro que trabaja como camarera a la espera de encontrar el papel de su vida. En su último casting, coincide con Tom, un actor más experimentado que seducirá a Jessica sin que ella pueda hacer nada para evitarlo. Sin embarg...