Capítulo 18 - El incidente

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 —¡Jessica, Jessica! —oía como me llamaba Tom, como si fuera en un murmullo. Si no fuera porque todavía notaba su cuerpo junto al mío, habría jurado que estaba muy alejado de mí—. ¡No me hagas esto Jessica!

Ante ese reclamo, abrí los ojos, pero estaba tan cansada que sólo tenía ganas de cerrarlos.

—Tom... —conseguí decir, en un susurro—. Estoy agotada, sólo quiero dormir...

—Amor, no cierres los ojos —me pidió, y vi cómo se desgarraba la muñeca—. Bebe —puso su herida sobre mi boca y su sangre empezó a llenarla. Pese al horrible sabor, estaba tan debilitada que no tenía fuerzas ni para escupir el líquido, así que acabé bebiendo— Eso es Jessica, poco a poco.

En cuanto la sangre dejó de emanar de su muñeca, Tom me abrazó. No entendía por qué me había hecho beber su sangre, ni el por qué de su alboroto. Yo sólo quería descansar, sumirme en un placentero sueño. Conseguí ladear la cabeza, y observé las sábanas cubiertas de sangre.

De repente empecé a sentirme mucho mejor, y el cansancio que sentía se desvaneció completamente. Aparté a Tom y me incorporé.

—¡Tom! ¡Eso ha sido asqueroso! —le chillé—. ¿Por qué me das de beber sangre si aún no soy vampiro! —Tom me miró aturdido, sin saber cómo reaccionar—. Y mira, lo has dejado todo perdido de sangre. ¡No podemos dormir en estas sábanas! —me fijé en su cara, también estaba llena de sangre—. ¿Tom, eso son lágrimas? —le dije, mientras tocaba una gota de sangre de debajo de su ojo derecho.

—Jessica, ¿de verdad no sabes qué ha pasado? —parecía confundido ante mi reacción. Y con esa pregunta, la que empecé a dudar fui yo.

—¿Me he perdido algo?

—Jessica —me cogió las manos, y me miró muy seriamente—. Te avisé del peligro que suponía una relación entre nosotros, pero tú no quisiste verlo, y esta noche ha estado a punto de pasar...

—¿Pasar qué? —no estaba entendiendo, y él negó con la cabeza.

—Jessica, ¡has estado a punto de morir! —me soltó las manos y se giró, parecía que iba a llorar de nuevo— ¡No he sido capaz de controlarme!

—Tom... —le abracé por detrás—. A mí no me ha dado esa sensación.

—¡Claro que no! —se giró de golpe, efectivamente habían más lágrimas en sus ojos—. Lo único que podías sentir era agotamiento a causa de la pérdida de sangre.

—Entonces, ¿por eso me has dado tu sangre? ¿Para que me recuperara? —él asintió, y yo le acaricié el cabello— Lo siento Tom, ha sido culpa mía, no debí haberte provocado de esa manera...

—¡No te eches la culpa! —me gritó—. Yo he sido el que no he sabido poner el límite, y casi mueres por ello...

—Pero estoy aquí, ¿no? No has dejado que ocurriera...

—No siempre funciona Jessica, siempre hay un punto de no retorno.

—Tom, no pasa nada, me siento bien —traté de calmarle, y me abracé a su cuello.

—Jessica, ¿cómo puedes tomártelo tan a la ligera? —me cogió los brazos y me apartó ligeramente, de modo que su cara y la mía estaban a escasos milímetros.

—¿Y de qué sirve que nos martiricemos? —intenté hacerle entender—. Sólo ha sido un susto, sé que vas a ir con más cuidado a partir de ahora, y yo trataré de ponerte límites.

—¿Crees que puedes poner límites a un vampiro sediento?

—Hasta ahora, te habías controlado muy bien. Es obvio que yo también tengo parte de culpa por haber provocado esto.

Eternamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora