Capítulo 15 - Isolda

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 Desperté temprano, a las ocho de la mañana. La habitación estaba totalmente a oscuras, así que encendí la linterna del móvil para poder guiarme. Podría haber enchufado la lamparita que había en la mesa en mi lado de la cama, pero quería molestar lo menos posible a Tom, aunque por la forma en que dormía era muy probable que ni se hubiera enterado.

Me quedé un rato contemplándolo. «Eres demasiado perfecto», le susurré, y no pude evitar apartarle uno de sus rizos de la frente, pero ni se inmutó. En ese instante entendí por qué no quería contar su secreto, pues cualquiera podría acabar con él sin que se percatara. Debía tener plena confianza en mí para compartir su sueño conmigo.

Salí de la cama, desnuda, y busqué mi ropa. Hacía bastante frío, la calefacción parecía no estar puesta en aquella parte de la casa. Tal vez se apagaba a determinada hora, o ni siquiera había estaba en marcha la noche anterior, pues con el deseo emanando de cada uno de mis poros, no me percaté de ese detalle.

Además, suponía que Tom no necesitaba calefacción, y que la habría puesto por mí. Dudaba que su cuerpo inmortal se sintiera afectado por el frío. Y más teniendo en cuenta que era el calor del sol el que el que podía acabar con su vida.

Encontré mi ropa tirada en el suelo, y entré en el baño contiguo a la habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Encendí la luz y me reí, pues no sabía para qué un vampiro necesitaba un aseo en el dormitorio. ¿También se asearía? ¿Se lavaría los dientes antes de ir a la cama? Me fijé que había una bañera de hidromasaje en la esquina... «A eso sí le podríamos dar uso», pensé, imaginándome la escena, y sin poder evitar morderme el labio inferior.

Me miré en el espejo, se me veía un poco demacrada. Quizás la noche anterior Tom se había pasado un poco, cuando volvió a alimentarse de mí justo antes de llegar al clímax. Tendría que maquillarme antes de salir de la casa... «¡Ah! Pues algo para lo que necesitaré un baño», reflexioné, y volví a reír.

Suerte que el váter funcionaba perfectamente y pude hacer mis necesidades. Tal vez era la primera vez que alguien lo utilizaba en años, pues parecía impoluto. Decidí meterme en la bañera, no creí que a Tom le importara que la usara. Por suerte habían sales de baño y jabón, señal de que esto sí que lo usaba. ¿También le gustaría relajarse?

Llené la tina y me sumergí, en el agua ardiendo, recuperando el calor de mi cuerpo que se había esfumado por el ambiente frío de la casa. Me relajé, disfrutando de aquel baño, y sintiéndome sumamente feliz por cómo se estaban desarrollando los acontecimientos con Tom. No sólo era ardiente y apasionado en la cama, sino que además era detallista y considerado. Amaba esa nueva faceta que estaba empezando a descubrir, y que había guardado en lo más profundo de su alma a causa del dolor que le habían causado.

Me preguntaba si alguna vez me contaría toda su historia...



Un rato después, estaba caminando por la casa, curioseando un poco. No quería ser entrometida, pero estaba fascinada por la ostentosa decoración, y además moría por adentrarme un poco más en el mundo de Tom. Abrí una puerta y me di de bruces con una pequeña biblioteca, repleta de libros. Me puse a ojear por las estanterías, y rozaba mi dedo por cada uno de los libros que estaban a mi altura, mientras leía en voz alta los títulos. No me sonaban, pues tenían pinta de ser muy antiguos, pero daba la impresión que estaban ordenados por materias. Mi vampiro debía de ser un ilustrado en muchos temas. Podía imaginarlo en la butaca de cuero que había en una esquina, junto a una lámpara de pie, devorando cada uno de esos libros. Lástima que no necesitara gafas, como era obvio, porque estaría súper sexy, con un aire intelectual.

Eternamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora