Amber aparcó la moto en frente del bloque de pisos donde vivía Abigail. Ya eran más de las siete. Le puso el candado y sacó la copia que le había dado su hermana. Saludó al portero y cogió el ascensor, hasta la planta ocho. Número tres.
Abrió la puerta, olía bien.
- Ya llegué. – dijo sonriendo y dejando la maleta en la entrada. Se guio por el olfato, hasta la cocina.
- Hola pequeña. – dijo su hermana, probando algo de una olla. - ¿Qué tal el día?
Aburrido, como todos los días de instituto. – se sentó en la mesa, de cara a Abigail. - ¿Y tú? ¿Cómo fue tu día?
- Bien, bien. – sonrió – A ver, pruébame esto. – le dijo alcanzándole un platito con sopa.
-Mmh... - saboreó – échale una pizca más de sal y estará al punto.
- Me fio de ti. – sonrió – Hoy viene Daniel- su novio- cenaremos aquí, pero luego nos vamos.
- De acuerdo... - miró a su hermana, de espaldas. El pelo corto color azabache caía liso, justo parando encima de los hombros. – yo estaré estudiando para el examen de historia de mañana.
- Eso, eso... tu estudia. – ella se rió. Amber negó con la cabeza riendo también.- Me avisas cuando venga Daniel, pondré la mesa y cenamos juntos... estaré en mi cuarto ¿sí?
-De acuerdo pequeña - Am sonrió. Desde que ella tenía cinco años y Abi quince que la llamaba así. Le gustaba esa muestra de cariño.
Los limpiaparabrisas del coche, seguían moviéndose. Otra de las lluvias torrenciales de finales de invierno. Al fin encontró la escúter de Amber. Había tenido que ir mirando bloque de pisos, por bloque de pisos, a ver si encontraba alguna señal de que ella estaba allí. Podría habérselo dado mañana. Pero no quería esperar. Necesitaba verla, hablar con ella, aclararlo todo. Aparcó justo al lado de la moto. Salió del coche, sin importar mojarse. Al fin y al cabo, estaba el piso delante. Pero no sabía aun donde vivía.
- Déjeme entrar. – le señaló al portero.
- No lo conozco, no es de este bloque. – le dijo el señor, de unos cincuenta años.
- Venga... necesito ver a una persona que vive aquí.
- Dígame el nombre y yo se lo comunico.
- No... prefiero hacerlo yo.
- Entonces nada.
Jake buscó en su cartera, y sacó un billete de cincuenta dólares. Ahora si que se estaba empapando.
- ¿Le parece?
La puerta se abrió y el señor cogió de una revolada el dinero.
- Pase... pase. – le dijo sonriéndole.
Jake lo miró mal. Tiritando de frio, miró los buzones, buscando el apellido de Amber. Brenda Owen, Meredith Austin, Nathaniel Donovan... Todos estos pisos eran de solterones, por lo que veía. Al fin lo encontró. antecedido del nombre "Abigail". Sonrió, así se llamaba su hermana. Piso ocho, puerta tres. Cogió el ascensor y le dio al botón.
Las once de la noche. Quizás ya no eran horas para ir a visitar a ... a visitar... ¿a quién Jake? A una alumna. Un minuto, dos. Jake se dispuso en volver a picar la puerta de entrada, cuando escuchó una voz masculina dentro. ¿cómo?
- Mierda... - se dijo. – será qué... ¿está con otro?, no... puede ser un amigo o de su hermana- se escuchó de nuevo la voz esta vez mas clara y cercana, decía "amor la puerta"- no, no, ¿Qué diablos hago aquí?, sí que está con otro...
Dejó el móvil en la alfombrilla y dio media vuelta para irse, y cuando escuchó la puerta abrirse no se giró.
Amber recogió el móvil del suelo. Vio a Jake marchándose, de espaldas, empapado.
- ¿Jake?
Él se giró. La vio envuelta con un albornoz.
- ¿Qué haces aquí?
- Nada... lo siento– la miró de arriba abajo – escuché que estás con alguien más, yo me voy...
-¿Qué?- Amber rió-Escuché a tu novio a través de la puerta- le dijo como algo obvio.
-Eres tonto - rió más Amber - y muy celoso – Se acercó a él. – a quien escuchaste es Daniel, el novio de mi hermana.
Jake bufó, mas tranquilo.
- Vale...
-Entonces, ¿A que venías?
- A darte el móvil, te lo dejaste hoy en la sala de música – sonrió. Amber vió un destello en sus ojos rojizos. ¿Había llorado?.
- No mientas... no viniste solo por eso– le acarició una mejilla, compadeciéndose de él. – has llorado.
Jake apartó la cara, pensando que se iba a largar a llorar de nuevo, maldita sea, ¿Por qué estaba tan sensible?
-¿Qué pasó?
Jake la miró. La cogió de las manos.
-Amber siento todo lo que has tenido que pasar por mi culpa... - los ojos se le aguaron de nuevo. – no puedo estar así... no puedo estar sin ti. Te digo en serio que, que te necesito...que quiero estar contigo, dime que no es demasiado tarde.
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I'll be your teacher [Terminada]
Roman pour AdolescentsLa profesora de música estaba ausente ¿por qué? Pues se le había enfermado el marido y al parecer era bastante grave, cáncer de hígado, según decía la gente. ¿Esto es algo malo? Bastante, pero lo peor no es que el marido de Pamela estuviera a punto...