Entraron en una habitación. Bien decorada y un olor exquisito... jodidamente conocido: el de Jake. Así que esta es su habitación.
–Bonita habitación.–
–¿Cómo sabes que es mía?–
–huele a ti... y me encanta. – Jake sonrió. Ella se sentó en la cama, sin dejar de observarlo todo. Y extrañamente, tenía una cama matrimonial. Le gustará tener espacio.
Jake sacó una ropa del armario. La dejó a un lado, luego sacó un jersey y un pantalón corto.
–Aunque te irán grandes, servirá para que te cubras un poco–
–No pienso ir con tu ropa al instituto... tendré que pasar por casa.–
–No, cariño... hoy no irás al instituto. – a Amber le produjo un escalofrió, el oír a Jake pronunciar la palabra 'cariño' solo para ella.
Lo miró con cara interrogativa.
–Mejor quédate aquí. No me fio de Jack, tampoco, pero es mejor que cualquier otra persona. – rió.
– ¿Me podré duchar? – le pidió casi rogando
- Claro... pero primero deja que vaya yo... - miró la hora – aunque hay tiempo... solo son las cinco y media, y no recordaba que hoy entraba en el instituto a las diez. No tengo clase a primera ni a segunda hora.
–Mejor. – sonrió . Y no tenía intención ni tono pícaro. Si no, lo decía por él. y eso a Jake le gustó.
Amber vio algo, se levantó y cogió un marco de fotos.
La miró por unos segundos. Jake observaba su expresión. Y ella dijo lo último que él se esperaba.
– Es preciosa... – dijo acariciando el cristal que cubría la foto. Ni siquiera pregunto quién era. Aun que seguro que se lo supone. Jake sonrió.
Aquella mujer era lo máximo. No se entrometía, no curioseaba. Ni si quiera se alteraba por ver la foto de otra chica, en su habitación. Solo había dicho que es preciosa.
–Lo sé... - se sentó a su lado. Entonces la esperada pregunta.
– ¿Quién es? – dijo sin quitar la sonrisa ni la vista de la foto donde salía aquella mujer, mirando de pleno a quien hacia la foto, supuestamente Jake. Con unos ojos más verdes que el prado por la mañana. Y ella pensaba que el rubio de April era el más bonito que había visto. Pero aquella mujer... aquella mujer superaba a todo el ranquin. Unos mechones ondulados caían en su cara, a causa, supuestamente por el viento. Y sonreía, dejando mostrar una sonrisa... más que preciosa. Unos dientes blancos. Y no llevaba maquillaje, y si lo llevaba, era súper discreto.
- Se llamaba Sandra.–
–¿Llamaba? – dijo cambiando la expresión de su rostro.
- Murió hace tres años. – Jake miró, hacia un punto muerto. Su mirada entristeció. Y Amber lo vio llorar por primera vez. Vio como aquellos ojos color miel se llenaban de un agua salada. Le pasó el pulgar por los ojos, retirando las malditas lagrimas. Jake soltó una risa tonta. – No se ni por que lloro... ya ha pasado tanto tiempo.–
– Por que era y sigue siendo importante para ti... - le sonrió, confortadamente. Y para Jake la relación de Amber igual a un acoston rápido, cambió totalmente. Ahora era diferente. Se estaba dando cuenta de cosas en las que no había caído antes. Ahora era.... Amber igual a perfección. – Si quieres... puedes contarme–
- Estuvimos saliendo por más de dos años. – dijo mirando a Amber - era la mujer más bella del mundo, era lo más bonito que yo tenía... lo que más amaba. Decidimos casarnos. – Los ojos de Am se humedecieron al pensar que Jake, se había estado a punto de casar. Y le jodía admitirlo, pero odiaba la manera en que describía como la amaba. – Pero un par de días antes de la boda, discutimos. Fue una tontería... ya no recuerdo ni por qué. Ella se enfadó, se marcho... yo quería disculparme. Pero aquella noche, Sandra tuvo un accidente de coche. Que fue mortal. – Las lágrimas resbalaron por las mejillas de Jake. Él dirigió una mirada a Amber que también estaba conmocionada. Ella sentía celos, rabia. Pero también tristeza. Porque Jake había dejado de ser feliz desde entonces. Y porque aquella mujer, era su vida.
– lo siento– dijo Amber – desde entonces no hay nada que supere a Sandra. ¿Es así?-
– Eso creía. – Jake le alzó el rostro, por la barbilla y la besó, tan dulcemente, que a Amber le hizo girar el mundo– hasta que te conocí–
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I'll be your teacher [Terminada]
Novela JuvenilLa profesora de música estaba ausente ¿por qué? Pues se le había enfermado el marido y al parecer era bastante grave, cáncer de hígado, según decía la gente. ¿Esto es algo malo? Bastante, pero lo peor no es que el marido de Pamela estuviera a punto...