Capítulo 28🍁

3.1K 220 92
                                    

HAMILTON.

Jueves.

Camino por los pasillos de la escuela junto a Lena. Ella se dedica a hablar de algo, pero no le doy mucha atención, solo la miro mientras debato en mi cabeza en si invitarla al baile en este preciso momento. No quiero tener oportunidad de arrepentirme, ni de tener miedo.

Me quedo hipnotizado observándola sonreírme a la vez que habla divertida. Todavía no entiendo cómo puedo perderme tan rápido cuando se trata de ella.

—Hamilton—me llama agitando su mano frente a mi rostro—. ¿Estas escuchando?

—Claro.

—¿Entonces que dije?

—Bueno...

Mierda, me atrapo. No tengo idea de que hablaba.

—Está bien, no te escuchaba—confieso.

Ella detiene un momento sus pasos, obligándome a mí a también hacerlo. Me mira con algo de curiosidad y hasta diría que preocupación.

—¿Sucede algo?

Esta podría ser mi oportunidad.

—Bueno, de hecho yo quería...

—Hamilton—escucho a mis espaldas que me llaman.

Volteo para ver quien me habla y a pocos metros de distancia me encuentro a Penélope.

Genial, interrumpió justo el momento en el que estaba por invitar a Lena al baile.

La chica se acerca hasta nosotros sin invitación previa y saluda amable.

—¿Puedo hablar un momento contigo?—consulta jugando con sus manos un tanto nerviosa.

—¿Tiene que ser ahora?—cuestiono esperando que nos deje solos.

Para mi mala suerte asiente, arruinando mi oportunidad de hablar con Lena.

—Está bien—le respondo de mala gana y luego miro a Lena—. Adelántate, te veré en clases.

Lena, no muy convencida, asiente y se aleja de nosotros.

Vuelvo mí vista a Penélope y me cruzo de brazos esperando a que empiece a hablar. Ella duda un poco en como iniciar la conversación, porque la veo abrir y cerrar la boca repetidas veces sin decidir que decir.

—¿Qué ocurre, Penélope?—pregunto cansándome un poco de esperar.

—Lo siento—suelta sorprendiéndome—. Discúlpame por ser tan idiota la otra vez, muchas veces hablo sin pensar y nunca debí decir esas cocas de tu amiga. De verdad me arrepiento.

—¿De pensar mal de ella o de decirlo?—cuestiono.

—Ambas, supongo.

Suelto un suspiro y luego asiento.

—Está bien, disculpa aceptada—le digo haciendo que me sonría y sus nervios desaparezcan—. ¿Eso era todo?

—No, de hecho, quería preguntarte algo—dice volviendo repentinamente su nerviosismo.

—Bueno, pregunta.

Ella mira al suelo, mientras que con algo de inquietud juega con sus manos.

—¿Tienes con quien ir al baile?

Ya veo por donde va el asunto.

—No, pero tengo pensado invitar a alguien.

—Oh, ya veo—habla un tanto decepcionada.

El Otoño PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora