26- Dulce como el chocolate

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Garret se acercó con una tímida sonrisa mientras yo me limpiaba las lágrimas -¿Nos vamos?- preguntó  tomando mi cara entre sus manos suavemente.

-Si salimos de aquí ahora... significa que haremos en verdad esto, quiero decir, ¿En verdad haremos esto, tú y yo?- dije en una mueca.

-Estoy listo para eso desde que te vi- se rió.

-¿Estás seguro? Va a ser difícil, mi familia te pondrá a prueba, somos demasiados y tenemos muchas costumbres-

-Muy seguro-

-Mi padre es todo un personaje, y cuando sepan que eres mayor que yo-

-Mara- se rió -Basta, estamos juntos, ahora eres mi novia, y nada que puedas decir me va a hacer querer dar marcha atrás, ¿De acuerdo? Te quedas conmigo hasta el final, vas a tener que soportarlo-

Me reí- ¿Te puedo devolver el collar?- bromeé.

-Cállate- se rió y me empujó juguetón antes de pasar un brazo por mis hombros- Vámonos, tengo mucho que mostrarte-

-¿En qué hotel nos quedaremos?- pregunté mientras nos íbamos hacia la salida.

-No nos quedaremos en un hotel- dijo con una sonrisa traviesa.

-¿No? ¿Entonces dónde? -

-En mi casa- me guiñó un ojo antes de besarme la mejilla- Conocerás a mi padre-

-¿Qué? - me detuve en seco-¡Garret!- lo golpeé en el pecho- ¿Por qué no me lo dijiste antes? Me hubiera vestido mejor, deja voy a cambiarme al baño primero- dije queriendo casi salir corriendo con mi maleta pero me tomó del brazo suavemente.

Él largó una risita- Mara, te ves fantástica con cualquier cosa, tranquila, te va a amar tanto como yo- me volvió a pasar un brazo por los hombros y me dio un beso largo e intenso, e inmediatamente me sentí relajada.

-No es justo- me reí -¿Por qué es tan fácil convencerme y yo no puedo hacer lo mismo contigo?-

-Oh, créeme, hay muchas formas en las que puedes convencerme- dijo en voz gruesa y sensual en mi oído, encendiendo todo mi cuerpo.

Dios mío, el poder que este hombre tiene sobre mí...

Finalmente salimos del aeropuerto y tomamos un taxi, pasando por lo mejores lugares turísticos antes de dejar de lado la ciudad y las casas residenciales que lucían idénticas, hasta que llegamos a unos vecindarios un poco más espaciados entre ellos y con bonitos jardines frontales. El taxi paró en una casa pequeña y bonita que estaba justo en el medio, había niños en una esquina jugando futbol, otros jugaban a la rayuela, mientras un grupo de adultos los vigilaban en el patio frontal donde hacían una barbacoa, y una pareja de ancianos paseaba a un husky riendo mientras veían a los niños un poco más allá. Ya hasta se sentía como en casa.

Garret le pagó al taxista y luego de bajar nuestras maletas nos quedamos mirando hacia la puerta en color azul tras el sendero de piedras de su casa.

-¿Nerviosa?- preguntó antes de tomarme por la cintura y recostar mi cabeza en su pecho.

-Tú que crees- dije con un suspiro.

-No tienes por qué cariño-

-¿Cariño?- me reí.

-¿Tiene algo de malo?- preguntó con sorna.

-No, me gusta, querido- me volví a reír y eso me valió unas cosquillas en la cintura- ¡Espera, no, podemos llegar a un acuerdo!- dije entre risas.

-¿Cómo? No te oí- dijo con malicia y siguió sin piedad.

Eran momentos así los que siempre recordaría, y los que siempre amaría.

Broken Sin / 18+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora